martes, febrero 01, 2011

En cuerpo y alma



Doloridamente desgranada siento el alma
como rosa mutilada en el desierto del olvido
que desconoce cómo pudo alejarse tanto
del jardín que tu cuerpo cultivaba.

Como roca musgosa bramando su mar
deseo esas posesiones con torrentes ahogantes
que fluían a bocanadas desde tu fondo
enloqueciendo hasta los surcos más ocultos
de mi arrancada desnudez ávida.

El nuevo rumbo de tus idos caudales
agrietan mi acongojada piel de durazno
que perdió el frenesí de tu amor perfecto
debiendo crujir en su dolor silencioso
por no saber vivir sin ti y necesitarte tanto.

No encuentro escapada a aturdida desidia
ni la razón de sobrevivir estas mañanas
cuales noches de inviernos desolados
que entre lagrimales y floreros secos
lentamente sepultan este cuerpo y esta alma.

Y ansío ese destino que nadie te habla
tendida al filo de una caída con vértigo deprimido,
buscando la pérdida del sentido a la vida,
en el éxtasis de encontrar alguna salida.

Y me caigo en pedazos disecados
sin encontrar el agua de tu cántaro
ni la voluntad de seguir respirando
si no es para suspirar en tus palabras
o para de nuevo dormir en tu regazo.

Muero mi querido, muero lento…
sin ángeles a mi encuentro
sé que estoy muriendo
en cuerpo y alma.

Y siento la condena de este silencio
en que sólo se escuchan los lamentos débiles
del fracasado entierro de mis recuerdos
acompañado de vientos que silban a lo lejos
buscando por última vez con esperanzas enfermas
el sentir de tus dedos en las esquinas de mi cuerpo
o una sola de tus promesas en los rincones de mi alma.



P-Car

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