sábado, diciembre 27, 2014

Amor azul

Con infinidad en su inmaterialidad,
entre el cielo y el mar,
un sentir azul deambula.

Las olas lo hidratan
el amanecer lo ennoblece.

El sol lo apasiona
el ocaso lo fragiliza
la luna lo desviste.

Así hayamos fracturado el destino
porque creímos dejar de amarnos…
empoderando el abandono y el hastío
en esta amazacotada tierra de términos.

Así creamos que el silencio lo dice todo
y que sobreproteger nuestros egos
es mejor que donarnos al riesgo.

Así nos volvamos absolutamente locos
olvidando la dulzura de un beso sincero
y lo intrínsecamente perfecto que es
el amor para el alma.

Así llegue el alba sin emoción
en que simplemente ya no desee recordar
el color de tus ojos…

o que la nieve del corazón
congele nuestros cuerpos antes de tiempo
y demasiado pronto…
aquí ya no estemos…

mientras el universo esté vivo
existiendo un cielo y un mar,
con vehemente azul
- y cada siglo más -
nuestro amor sobrevivirá.



P-Car

lunes, diciembre 22, 2014

Usted y yo

Al inmolar su corazón
usted superó la materia.
Derrotó el dolor, 
la desesperanza.

Si algo se esfumó
fue lo malo de la vida.
Murió la muerte que lo sostenía.

Y su triunfo fue un infinito tesoro
desterrando de nuestro verso
la distancia y el tiempo.

Ahora, entre usted y yo
nunca más se irá la inspiración.
Por fin triunfa la esencia pura.

Hoy, mucho más que antes,
nos convoca lo más grande.
A usted y yo nos unió y une
solamente el amor.

Y es que a usted y yo,
en la virginidad del alma,
nunca, ninguna ruina nos separó.



P-Car

domingo, diciembre 14, 2014

Lobo

Tiempo, tiempo, tiempo,
mágico y brutal. Siempre inédito.

Tiempo…
lobo de mirada celeste con entrañas de fango.
Tu fervorosa afición es
aullar operas silenciosas
en montañas de riscos transparentes.

Forjador de la prepotencia.
Ladrón de momentos bellos.
Íntimo amigo del olvido.

Animal sin ley
que en noches de insomnio
te afanas catando lento mi cuerpo
haciendo un bullicio fatídico
con tus colmillos rozando mi piel.

Tiempo gong… ¡eres el peor!
Hoy te pregunto rápido
antes que te esfumes
-tu vocación-
¿Para quién trabajas?
Te llevaste a mi hombre.

Tiempo imperdonable
rudo, hediondo y hambriento constante.
Bestia, ante el dolor de los amantes distantes,
comerciante adinerado de muertes seriadas,
ciego navegante en los mares del karma.

Tú, si tú…, asesino de tiempos mejores
que a mi tristeza te acoplas cual molde de cera
y disfrutas babeándome entera
en estas horas desabridas de vida.

Créeme lo que te digo, porque yo lo creo.
Sin él, estoy enloqueciendo de veras…
y a ti, cada segundo más, te odio.

Lobo, lobo, lobo...
maldito de ojos sin alma
para mi desgracia,
de tu esencia, no puedo prescindir.
Te necesito. Eres el tiempo.
Lo único que me sirve
para volver a sus brazos.

Está bien. Poséeme.
Quiero que comiences rasgándome
desde mi pecho a mi vientre
bajo mi seda azabache.

Lobo…
sin sensualidad
¡devórame!



P-Car

lunes, diciembre 08, 2014

A la hora mía

Más infame que el abandono, la herida y la pérdida. Peor que la pesadilla, el vértigo y el abismo. Mucho más vil que el hastío, la agonía y el desenlace, es… imaginar que pudiese imponerse la hora aciaga, de mi memoria en blanco. El olvido sí sería nuestro verdugo.

Ayúdame a seguir hasta donde deba y entender este conglomerado de muertes. Te pido mi amado, acompáñame siempre, para que el cemento, el padecimiento, el desgaste o los solsticios viejos, no sean la coartada de ninguna amnesia. Que jamás se escape de mis iris tu mirada, ni de mi aprendizaje, el complejo trote que tuviste que dar, por aquellos desechables campos de limoneros secos. Desde tu dimensión y amor incalculables ¡ayúdame! mientras la vulnerable humanidad sea parte de mis debilidades.

Deseo fervientemente que todo tenga su recompensa y que, de una u otra manera, en el instante mandado por Dios - la hora mía - así como la vez primera, querido mío, me des un beso de ensueños. Sí, un beso que me traslade adherida a tus labios etéreos, hacia el misterioso lejos donde tú estás ahora. No me permito errar el camino.

Tengo fe que resucitaré junto a tu corazón de alazán y volveré a tocar tu pecho de cuencas, tapizado de orquídeas salvajes, que me enamoró perdidamente cuando amaste mi piel, al unísono que de nuestra quimera se expandió para el universo, el aroma a transparencia.

Sí amor, aunque sé que reinará la justicia divina, si tu ves que desespero, porque pasa demasiado tiempo, porque me desvío entre inconsecuencias venidas del suelo, o que, por resultado de ser ansiosa, exigente y guerrera, me sienta una romántica testaruda, en medio de desamparos reiterados, te pido, por favor, me derrames cascadas de equilibrio del cielo.

Del mismísimo cielo que auspició nuestro mágico encuentro, cubriéndonos de lunas ámbar la primera vez que hubo luz donada entre nuestras miradas, noche en que se comenzó a escribir esta historia entre las estrellas. Y pensando en lo vivido desde entonces, no puede ser de otra forma.

Todo - todo Amor mío - habrá valido su origen, lugar y efecto; el agua y el océano, la explosión y el nido ciego, el vals y el réquiem, el grito con todos sus verbos, las prosas y los versos, el vino y el veneno. Habernos amado, reído, soñado, confundido, distanciado y sufrido… tuvo, tiene y tendrá un insigne motivo, un egregio sentido, un memorable final sin confines.

Solo dame paz, sabiduría, empeño y coraje hasta que llegue mi bendito instante, aquel momento rezado, en el que me darás nuestro último primer beso, ni antes ni después, sino justo… a la hora mía.



P-Car

sábado, diciembre 06, 2014

En mi jardín

En los cerezos, pétalos rosados, anónimos coquetean al viento, junto a los nidos, donde alas párvulas asoman inquietas.

Óleos del cielo, al alba dejan caer garúa oliva en la ensenada y de nobles diamantes, saturan los espejos de agua. 

Entre colores y aromas vibrantes, escampa la tristeza… se manifiesta la vida, danza la alegría.

Todo sucede tan increíblemente cerca, pero, sin ni la excéntrica esperanza de ti, aquí en mi alma sin luna, crece la tundra. En mi jardín… la nieve no cesa.


P-Car

jueves, diciembre 04, 2014

No sé cómo explicar

Al final de la tarde, tus ojos vi en el ocaso. Instantáneamente lloré… y con una voluntad y fuerza que no sé explicar, imploré para mí su luz… su paz.

Entonces, quise ser vicio del mar. Sus primerizas aguas oscuras, en mi piel hicieron vino negro. Bebieron mi luto entero y entre olas y destellos, me llevaron a tu mirada.

Regalando la mayor emoción de dos almas, el cielo permitió nuevamente nos contempláramos. Luego, con las manos unidas, en el umbral de la eternidad, nos extasiamos…

y nos amamos… con una felicidad que no sé explicar.

P-Car


domingo, noviembre 30, 2014

Te necesito tanto


Amor, amor mío:
te necesito tanto.

Más que a la esperanza
más que a la ensoñación virtuosa
más que suspirar luego del llanto.

Y culpa de esta necesidad infinita 
te hiciste el útero de mis sentimientos
la certeza impenitente de mi carne
el vértigo ovacionado de mi sangre.

Te invoco, te adoro
te traigo, te siento.
Luego te odio
arremetiendo el ovillo del olvido.

De día, nuestro huerto místico me succiona
pero sin nuestro cimiento
- sin tu simiente -
sin el querido horizonte
- sin tu norte -
¡me derrumbo!

Caigo de rodillas de frente al viento.
A él le ruego que, estés donde estés,
te lleve mi desolación y mi clamor:
te sople mi dolor hecho beso en los labios
y exhale un nuevo epílogo en tu alma.

Porque quiero creer que,
embelesado en este amor glorioso,
querrás volver a las cordilleras de mi piel
a través del espiral mirífico del tiempo.

Al oscurecer lo oscuro, de luto,
te subo del sepulcro.
Me elevo derrotando la inexistencia.
Y en mi inmenso triunfo virtual
insulto todo lo que no seas tú.

Mis sueños cuestan más que la locura
¿sabes por qué?…  
porque se desbandó la flor
- su aroma rompió mi pecho -
Ahora, más que antes,
- mucho más - te amo.

Hálito de mi vida, lucero de mi cielo,
si en un alba próximo no vienes
pronto, en un alba cualquiera, voy yo.

Y es que por Dios…
¡te necesito tanto!


P-Car

martes, noviembre 25, 2014

¡Cuán mío te siento!


Verdad, no palpitas aquí, pegado a mi ego.
Pero estás en el universo todo
acariciando el erotismo de mi alma.

La primera vez que robaste mi mano
me hablaste tanto del amor inmenso.
Del destino, del infinito, del buen silencio.

También, del encaje de almas…
y todo aquello que tus ojos declamaron
en la noche dramáticamente estrellada
en que se encendieron con mi mirada.

Y tu sabiduría llegó tan lejos
que también me enseñaste a estar sin ti.
Aunque duele, hoy puedo entenderlo.

Ahora que eres mi alba, mi brío, mi aire
viajo en cada suspiro contigo
a tus exquisitas travesías.

Por ello sé que eres feliz
y tu felicidad es la mía.

Mi Cielo eterno, mi más sublime poesía
repleto de todas las lunas y soles que vi en mi vida
en mi poesía sabrás…
¡cuán mío te siento!


Paty

P-Car

lunes, noviembre 24, 2014

Noche de agua


Se respiraba la transparencia.

Los sueños aleteaban en el silencio,
parecían pensamientos de algodón.

Nos amábamos y sonreíamos.
Sonreíamos y nos amábamos.

Fue tan crucial y sobrecogedor
sentir empaparse de verdades
la desnudez de nuestras almas.

En aquella noche de agua
el oleaje acarició el infinito

…y porque infinito significa infinito,
cuando liquidemos todos los desiertos
volverá otra vez y para siempre
a nuestras siluetas espirituales
la magia del amor fluvial.


Paty

P-Car

domingo, noviembre 23, 2014

Escapada

Vete ya…
abandona mis deseos
que si no das ahora la vuelta
no dejaré me dejes en esta magna soledad.

Debes seguir tu designio divino
conocer la magnificencia del cielo.

Ahora mismo, en este segundo de tregua,
levanta tus alas y huye de mis pensamientos.

Escapa de este mundo de depredadores…
No sin antes, de mí, extraer nuestros sueños
para, en tu ausencia, no deshacerme de pena.

Pero en mi alma… ay… en ella:
estará anidado el tesoro
estará guardado el amor más entero
estará tatuado absolutamente todo.

Y al llegar la hora de mi propia escapada
mi esencia, llena de ti, buscará ser feliz.

Mi infinito buscará tu infinito.
Mi alma se asentará en tu alma.
El hogar anhelado por ambos
será la eterna eternidad.

Allí, nada ni nadie de esta tierra
nos podrá separar.

Nuestros tesoros serán
un llano de semillas rojas y
¡un bosque tupido de milagros!

Y en nuestro gozo espiritual
nunca dejará de acompañarnos
el sonido de nuestra copiosa cascada.

Vete ¡vete ya!
Amor mío…
descansa en paz.


Paty

P-Car