lunes, agosto 31, 2015

Locura transparente


Sin Usted… mi memoria. Y en ella, vivir siempre la mirada de sus ojos. También me queda, el consuelo de fluir poco a poco, en la retahíla de mis versos, que nunca dejan de pretender la arritmia embobada de su pecho.

Hoy -confieso- desperté con una melancolía honesta y frágil. Este será un día de esos… que así termine, nunca pasa.

Necesito decir que Usted es fisura y magnitud, océano y desierto. Solidez y totalidad de mi deseo. Es Usted, mi desvelo, mi sed, mi tormenta y también el céfiro calmo y luminoso de cada mañana. Usted es -definitivamente- el amor de mi vida. Quiero decir: de toda la existencia que hasta hoy conozco y ha hidratado mis venas.

Y quiero expresar que sin sus labios, mis besos se agrietan, sin su cuerpo, mis manos -aprisionando vacíos- se quiebran. Sin saber de sus pasos, no puedo suponer un camino, sin saber de su alma, mi alma nunca ha de comulgar paz.

Es verdad, hoy lo confieso con una locura transparente: no puedo seguir y me declaro incompetente ante su ausencia.

Y no me propondré nunca más dejar de quererlo. Su amor es luna, sol y estrella, mi tesoro y mi ruina, así Usted ya no me quiera o simplemente haya decretado la distancia de un silencio a la fuerza.

Hoy -no obstante soy poeta- tengo este terco pensamiento: ¿para qué crear más metáforas o buscar interminables palabras etéreas? La realidad es complejamente simple. Y esto, para mí, es importante decirlo antes de cualquier partida, la suya o la mía o la del mismísimo universo: desde el momento en que mis ojos lo vieron, hasta hoy, más un siempre entre sueños y realidades develado, yo… simplemente a Usted… lo amo.


P-Car

viernes, agosto 21, 2015

Destino





Al final del ciclón, envuelto de fragilidad, estabas.
Desde lejos te observaba, al unísono que las aves huían del frío.

Usé toda mi fuerza para alcanzar tu mano y ayudarte
pero la envergadura del vacío era demasiado extensa.

Luego de un siniestro silencio, caíste al gran abismo.
Grité y lloré desquiciada, mientras a mis espaldas
la soledad reía a carcajadas.
De verdad lo intenté, pero no pude hacer nada.

Estaba escrito que, como a nadie, yo te amara.
Más no era mi destino… salvar tu alma.


P-Car