sábado, diciembre 26, 2015

El más perfecto silencio

Una profusión de jerárquicos silencios
guardaron virtuoso y sumiso silencio
ante el imponente gravamen
del silencio de tu alma.

El silencio del viento
el silencio del alba
el silencio del océano.

El silencio del cielo
el silencio de la tierra
el silencio del agua.

Pero la especial y única elipsis
de dos almas en perfecta paz y gozo
-después de, con amor, amarse-
no logró tal solemnidad

y él…
-el más perfecto silencio que existe
en el universo y alrededores-
durante mil y una noches
fue vencido… -sin lograr continencia-
por el apóstrofe y el sollozo.


P-Car

domingo, diciembre 20, 2015

Sin tu amor

Otros labios, no besan mis sueños
en otras miradas, no vislumbro cielos.
Con otras pieles, no siento el vértigo
de otras almas, no deseo el sentimiento…
Sin ti, la emoción muere.
Sin tu amor, no hay nada.


P-Car

sábado, diciembre 12, 2015

El milagro del desierto


El desierto a la lluvia, la quería. Se decía a sí mismo que la quería y la amaba. Que la quería, que la amaba. Que la quería y amaba. Que la quería, deseaba y amaba. Que la amaba, la amaba, la amaba.

Con entelequia imaginaba poseer su piel y beber su flujo diáfano. Soñaba, planeaba, soñaba y planeaba. Luego continuaba soñando y seguía planeando.

Ella, de tanto en tanto pero nunca tarde, aparecía. Rutilante, aristócrata, perspicaz. Admiraba al desierto por su magnífica amplitud, su presencia imperante, su actitud dominante, su solvencia de astro, junto a su predecible, fogosa y cariñosa sustancia.

En un exuberante inusual invierno y ante tan insistente seducción, ella sucumbió. Olvidó su misión y su prosapia. Ella… del desierto se enamoró. Perdió el norte.

Intensa como su esencia y amorosa como su luz… se hizo parte de él. Dulcemente copiosa, aquella noche, se dejó caer completa, de cuerpo y alma, en la codiciosa silueta. Entonces, por fin, el desierto hizo suya a la lluvia y la lluvia, íntegra e infinita, fue solo del desierto.

El placer duró un suspiro. La calamidad asomó con el alba. La historia, la pasión y el sentimiento, no fueron suficientes para tanta aspereza. Ella, quedó presa, herida entre huesos y venas, obcecaciones y silencios, de pretéritas filudas arenas. A pesar del esfuerzo del tiempo, ya todo estaba hecho, sin vuelta atrás.  

El cielo -que sí la cuidaba y amaba- sin ella, se comenzó a resquebrajar. Trozos celestes y rosa, caían con la ligereza de la tristeza, sobre las flores albinas de pétalos de lágrimas, que en aquel narciso desierto, a partir del trágico suceso, prodigiosamente, de tanto en tanto, pero nunca tarde, no dejaron de brotar.


P-Car

sábado, diciembre 05, 2015

Melancolía

Para estar a tu lado, me hice tú.
Fui noche, fui silencio, fui rabia.

Me hice soledad, inercia, soberbia
y también, un poco de nada.

Al final, de tanto anhelar,
y, en demasía, querer entender tu vida,
fui transmutando, poco a poco, a ser…
la mismísima melancolía.


P-Car