sábado, marzo 19, 2016

He venido

He venido… contrariando mi senda.
Sí, he vuelto… luego del agravio y la exclusión
y después de haberse añejado el tiempo.

En noches sin luna
mi inconsciencia insiste en el afán
de hallar tu mirada apagada
justo al centro de lo negro

...y saber si es cierto
lo que mi intuición insiste,
mi corazón no sella y
mi existencia reclama.

Mírame, estoy aquí, frente a ti.

Es temible verte así,
serio, áspero, siempre altivo…
sabiendo no conoces el reconocimiento
ni te involucras en lo causado.

Por ello, he de volver a soñar mis sueños
no sin antes besar tus labios
con un beso de gaviotas blancas en cielos albos
mientras acaricio tus manos.

Ahora retrocedo
con la certeza que buscaba.
Porque así permanezcas en silencio
pude ver en tus ojos, lo que ha sido en tu alma
invocar…
el amor verdadero.


P-Car

sábado, marzo 12, 2016

A veces grito

 

Pensé que pronto te olvidaría y que después, todo lo nuestro, en la arquitectura de la vida, quedaría al reverso. Hoy, ya ni recuerdo bien, hace cuantos otoños… ocurrió todo aquello.

Pensé también que encontraría otro amor y que ese amor sería mejor. Por terquedad, orgullo y quebranto, pensé tantas cosas sin sustento en lo fundamental: que el sentimiento no es pensamiento.

Te siento como un cuanto de luz, que vuela en mi interior. De mi mente a mi corazón, de mi corazón a mis entrañas, de mi pasión a mi alma, no sin antes, acariciar mi cuerpo entero, del atardecer al alba.

Te quiero mucho, sí, y lo he aprendido a hacer sin desesperación, dejando latir tu presencia invisible en mi universo, con un dejo de rica esperanza y otro, de volátil resignación.

Envuelta en hermosa melancolía, como a nadie, te adoro -te añoro- Ay amor… hay momentos en que extraño demasiado tus besos, tus manos, tu cuerpo, tu voz, tu calor, tus ojos, tu sonrisa, tu rostro.

A veces quiero gritar -a veces grito- cuando nadie me puede escuchar. Necia, insisto en creer que el tiempo astuto y sabio, me está acercando al olvido -y en instantes ilusos, a tus brazos-. Nada sucede, más que contenerte en mí encapsulado. Eres una melodía que perdura, un vértigo que me devora, una estrella que me ilumina, un emoción que me embarga, un sello que me apresa, una huella implacable, una silueta que me sigue, en un bosque de velos.

Antes, hace mucho, me creí invencible y eterna. Hoy me sé, mujer vulnerable que tiembla. De verdad, a la soledad no le temo, no. Sí… a, antes de morir, no estar de frente a tu mirada, al menos para decirte… “te amo, sí, a pesar de todo, de la distancia, del tiempo, de la voluntad, de las promesas, de las diferencias, de los hechos que quisiera borrar, de la vida que pasa… Te amo, aún te amo. Prepárate que si sigo así, al final, te llevaré al infinito en mi alma”.

¿Sabes? A veces me siento una romántica sin remedio, que aún tiene sueños y fantasías y ¿por qué no? que además cree en milagros. Y entonces respiro profundo para, con cada suspiro, acercarte un poco, en el aire, en la brisa, en el viento, en el espacio, en el cielo y en el tiempo, para que quizás algún ocaso me abraces -nos abracemos- y luego nos miremos tanto y tan profundo, que se conecten honestamente nuestras almas, sin sombras, sin caretas, sin recursos. Lo que pueda suceder es un misterio. Eso, es en lo único que no pienso.

Algo es seguro, que no te abriré ninguna ventana en mi ser y que, con cada aleteo tuyo, sigo intensamente, suspirando y suspirando…


P-Car

jueves, marzo 10, 2016

Kimberly

Q.E.P.D.

Kimberly, hija amada
llegaste a mi vida
haciendo de mis días
primaveras blancas.

Fuiste brillo y luz
sonrisa y alegría,
jardín y rosa,
mariposa y alondra.

Hoy… eres un ángel
que danzando en el cielo
hace florecer estrellas.

Guardo con sigilo en mis ojos
tu bello rostro de auroras ámbar
con tu mirada de lunas azabaches.

Mientras respire en este mundo
digo gracias, gracias, gracias…
por la bendición de tu existencia
que marcó mi vida entera.

Y jamás olvido el tesoro
de tus últimas palabras:
“Te amo mami
regreso pronto.
Me esperas…”

En aquel último abrazo
tu esencia entró en mi pecho
donde te acurrucaste
con eternidad preciosa
en el útero de mi alma.

Descansa en paz querida hija
nuestras dimensiones serán una
cuando, con su infinita sabiduría,
lo decida Dios.
Espero ansiosa…
pero a la vez, en calma.

Entonces no existirá
ni un momento,
ni un silencio
ni ausencia tal
que separe nuestro amor.

Te amo y te extraño siempre.
Cada día, eres mi inspiración.


Mami


P-Car


Este poema, es un regalo que hice con mucho cariño para Adriana Acosta, una joven mujer de Venezuela, mamá de Kimberly Michelle, niña dulce y especial, que partió al cielo hace quince años, a sus breves siete añitos, luego de un accidente de tránsito, no sin antes de su sagrado viaje, abrazar y expresarle unas inolvidables palabras a su mami.

Gracias Adriana por confiarme tu emocionante y sensible historia… 
Paty Carvajal

viernes, marzo 04, 2016

Por siempre mía

Y te hice mía

en el sueño del sueño.
Allí, donde el cielo es un color
la lluvia, agua impoluta
la cumbre, nubes.

Y te dejaste
como se deja un ave al viento
y las hojas al otoño.

Besé mil veces e hice toda mía tu boca
como si tus labios luego quisieran irse.

Partieran lejos -contigo-
después de soñarlos
como solo yo
los he soñado.

El viento mutó a música
en las horas del tiempo.
Detenidas todas ellas
solo para ambos.

Te amé, te amé, te amé
como la soledad al mar
y el acantilado a las olas.
Como tu alma, la verdad.

Tan emocionante y tan intenso
que un instante fue un todo.

Y supe, que así te fueras
demasiado lejos en la tierra
o más arriba de la luna
mía, por siempre serías.

Entre el silencio y el amor
la profundidad y el infinito,
nos amábamos. Flotábamos.

A solas con nuestras vidas,
ambos, nos supimos a salvo.


P-Car