jueves, julio 21, 2016

Hijo mío

Esta poesía la escribí por petición de un padre en duelo, devastado por la muerte de su hijo. ¿Cómo negarme ante tal pedido? ¿cómo no imaginar su tristeza? ¿cómo?... si soy madre y abuela y no imagino la vida sin mis personas y personitas amadas.

Dedicada a Inger José Q.E.P.D. (2008-2016)

Lo terrenal y trivial pierde significado
cuando se ha tenido por horas, días o años
el regalo más bello para el corazón.

Al recibir la bendición de un hijo
desde su primer signo de vida
los colores conforman un arcoíris
luminoso de esperanzas inéditas.

Y al sostener en tus brazos
ese pequeño ser indefenso
te explota en el pecho
un amor sublime y eterno. 

 

Inger José, mi inocente niño
que sin aviso volaste al cielo:
te imagino alegre bajo focos de lunas 
con un veloz lucero en tus pies
apuntando a un arco de estrellas.

Juega y triunfa. No tengas pena.
Sé esencia y sonríe más que nunca
agradeciendo la plenitud sagrada.

Extraño en demasía tu mirada
pero amalgamado a pensamientos,
sueños, versos y sentimientos
-así no exista consuelo posible-
perpetuo serás en el recuerdo.

Hijo adorado, ángel del universo:
Me invaden sin tregua, tu ausencia,
la amargura, el odio y la impotencia.

Es tan desgarrador el dolor
que en largos lapsus, las palabras que sé
no alcanzan. Se esfuman, se acaban.
Entonces sucumbo y lloro hasta caer
deseando alcanzar tu vuelo.

Con la poca energía que me queda,
más éste cariño sin límite en mi alma
te grito hacia lo alto: Hijo mío…
descansa en la luz y paz infinitas,
que hoy y siempre…
¡tu padre te ama!



P-Car