domingo, noviembre 19, 2017

Niégame

Si alguien pregunta por tu pasado
de lo nuestro nada cuentes.

Si intuye porque no entiende
que una brillantez inusual
brota en tus ojos y semblante…
evade, evade, evade.
Respira normal,
muestra naturalidad.

Si insiste, di que sí,
que hubieron algunas
pero ninguna importante.
Miente, miente, miente.
Contempla nada por la ventana.

Deja que por un rato imperecedero
mi memorial recorra tu oculta verdad
agitando tu sangre, templando tus terruños,
espigando tus edenes, elevando tu sensibilidad.

Permíteme despejar las pertinaces nubes
inundando de estrellas danzantes
el cielo sobre tu aura.
Sí, déjame recorrerte y ser por un lapsus
¡lo que aún es y me fue arrebatado!

Pero, ni molesto e impulsivo,  
nostálgico o romántico…
vayas a mencionar quien soy y fui
y el significado de lo nuestro en ti.
Calla, calla ¡calla!
Mucho menos nuestro final.
¡La consecuencia sería fatal!

Una brutal incomprensión
se adueñaría del credo, del aire,
de los ciclos y de la astral suerte.

De polo a polo, se apoderaría del planeta
-así como se apoderó de mi vida entera-
al enterarlos que me dejaste sola -deshecha-
aún amándome como me amabas:
con tus contradicciones y chifladuras,
con la complejidad de tu naturaleza,
con tu esencia errante inquietante,
con tu cuerpo y corazón vivaz,
con tu selecta entelequia.

Como se ama ¡un sueño con el alma!
y el alma ¡con la infinita existencia!

Por ello, por tu eterno secreto
y por tanto ¡tanto que queda!
sin respuestas, sin propósito:
niégame, niégame ¡niégame!

No soy alguien: soy nada.
Soy lo etéreo y el silencio,
no tengo rostro ni nombre,
no soy tu débito emocional.

No soy la pasión que si existe,
que cavilas, suspiras y celas
¡en lo más íntimo de tu ser!


P-Car


viernes, noviembre 10, 2017

Hiedra negra

Si mis poemas fuesen acciones
tal vez usted estaría aquí conmigo
y mi musa escribiría sumando
besos en sus labios,
magnolias en el firmamento
y un sinfín de triunfos dorados
en su interior, piel y sueños.

Pero soy prosa y versos, nada más:
palabras que no llegan ni regresan.

Y sin usted, como puede suceder
que derrame tanto rocío blanco
con el útero así de vacío.
Nada… ¡no tiene nada!
ni el milagro ni la magia soñada.

¡Tristeza es la hiedra negra
que lo enmaraña y oscurece!
Debe ser -seguro que eso es-
¡que el nido se me fue al alma!

Allí mi sentir -y el sentir que quiero-
suspiro a suspiro se abulta
noche a noche amanece
línea a línea florece
dolor a dolor muere naciendo.
Late, nada y patalea.

Ay, pequeñez mía
¡cuánto y cómo te amo!
así nunca llegues al mundo
para alimentarte y mecerte
y conocer tu color -que conozco-
y devolver el mío -que robaste-

¡Ni a entregar, ni a sufrir!
ni a estampar una sola
insigne melancolía.

Pero tampoco estará aquí
-estando siempre en mí-
a drenar conmigo su pena
y brindar la caída del día
con el despliegue de los astros
más lluvia y esencia en las copas.

No, ni bajo la luna
llegará mi rocío a su boca…
noble cascada, que hoy cae inmensa
añorando ser océano en sus mares.

Ni menos, mucho menos…
usted… ¡silencio mío! ¡muerte mía!
amor que confundo con el amor mismo:
¡usted jamás hará lo que hace un poeta!

Anidar una espiritual cría infinita
concebida en burda soledad desnuda
en el nicho más enterrado por los hombres
y más colmado de luz por los ángeles…
¡en su ecléctica alma eterna!


P-Car


sábado, noviembre 04, 2017

Ser o no ser

Fui sisella, fui pez, fui ristra, fui tal vez:
intervalo, brizna y revés.
Con, sin, inicio y fin, mal o bien…
supe… aprendí… ¡atesoré!

De todo lo que intenté lucir  
y que por instantes conseguí
desde mi eje… al fin del arcoíris
hoy soy lo que en esencia era:
amor y poesía, en alma de mujer.
A solas, es lo que me hace sonreír.

Seguiré siendo infinito y pequeñez.
A veces luna, otras, sirena, también espera,
unción, vértigo y a ratos lágrima.
Otros, vacilación y nada.

Días que no ennegrecen,
noches que jamás aclaran.
Capítulos que se mueren,
instantes que son siglos,
olvidos que he olvidado.
Ojos que sin querer se cerraron
con miradas que nunca partirán.

Tiempos, pares y hechos
fluviales y desérticos…
que crean o no su huella.
¡Es el carrusel de la vida!

Ser o no ser, al espejo le confiesas.
Encontrarse con uno y con el todo
sin dejar de soñar,
de abogar esperanza,
y solventar con fe celeste
una saga azul de milagros.

Cada quien pasa zonzo o contempla todo.
Cada ser sabe lo que su corazón guarda.
Cada cual decide si soporta una farsa
o ignora envidias, bambollas, modas.
Cada quien hace vital o encapsula
lo más bello y sincero de su alma.

Las vidas optan por este u otro paso
mientras arriba se escribe silente
la leyenda secreta de su lápida.

¿Quién soy para hacer muecas?
Si tan solo soy otra humana más
avanzando entre prados y arenas
queriendo al ocaso abrir dos alas
no sin antes dejar mi impronta.

Algo muy mío diré:
si viviese la magia de volver
a algún lugar muy especial
sería a un pecho enamorado
de mi sombra y mi luminosidad,

De mi risa, de mi cabello,
de mis torpezas y aciertos,
de lo que siento y presiento
de lo que me convoca e intento,
de lo que cultivo y entrego.
De mi forma de amar y
mi voz al decir te amo. 

Y es que el amor no reconoce tiempos.
¡Remese y conmueve mis versos!
Ellos entonan lo aprendido
y delatan a ese ser diminuto
que todos fuimos al nacer
cuyas necesidades eran
vencer lo adverso, sentirse a salvo,
acariciado, cuidado y amado.

Profundizando sin gran ahínco
he concluido que todos moriremos
siendo unos indefensos recién nacidos.

La vida es ésta, la existencia total, eterna
pero la ocasión de doblegar lo que no nos conforma
no es en el refulgente futuro que nunca se alcanza.

Hoy -no mañana-
¿callar o expresar?
¿no desear o soñar?
¿echarse o intentar?
¿quejarse o regocijarse?
¿no conseguir o lograr?

Entre respiros vanos y suspiros reales
que entibian el umbral de mi alma
agradecida de aún estar viva
alzo mi voz para decir que
no ayer ni después…
¡yo elijo ser!


P-Car