viernes, enero 26, 2018

Lo que sé

Te cuelas impune
ángel de pompa e ímpetu
en mi inocencia encubierta.

Y dejo me toques
como si me moldearas toda.
Y dejo te acoples
como si ungieras cábalas.
Y dejo me beses
como si mis versos callaras.

Y es que dejo me ames
porque sé que me amas.

Sé la locura que te impulsa
lo que evitas y procuras.
Lo que cedo y hurto.

Cuando a mí te entregas
sustraigo la intensa anestesia
que emana tu aroma de fuego.
Me drogo hasta perderme
en el consciente grácil.

Dejo te deslices
de la piel caverna
a la dermis del alma
y volamos a la prisa del albor
al mortal instante del clamor.

Del rápido trayecto de tus labios
al distante recorrido de mi huerto.
De la vigorosa erupción de tu deseo
al invasivo derrame de mi océano.

El hondo sentimiento, intacto perdura.
Invisible, nos corona con calas y lunas.

Lo sé, todo lo sé:
sin ver las estrellas sobre el tálamo
abrirás tus alas antes del alba.
Huirás de ti, no de mi aura.

Pero cada reiterada vez
te vas con más -más y más-
de lo bueno e indeleble
en tu corazón y en tu piel.

Un ángelus especial
llegarás a mi umbral
con tu equipaje completo
y un bello arpegio en el pecho.

Lo veo, en el escrutinio de tus ojos.
Lo oigo, en el gemido de tu orgasmo.
Lo acurruco, en el resuello del descanso.

Por esta infinita fe en lo que sé
mi espera es un apacible meandro
que se extiende y ennoblece
mientras la opacidad permanece  
al musitar la letanía del ocaso.



P-Car





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domingo, enero 21, 2018

969 - Crónica de un imposible

Amigas y amigos: hoy les quiero compartir la poesía que presenté al concurso "Juegos poéticos y florales 2017". Es mi poesía 969, y contiene 13 capítulos y 375 versos, que desde mi parecer, vale la pena dedicarle un espacio de paz y meditación. Desde ya, gracias por ese valioso tiempo de sus vidas, dedicado a leer ésta y todas mis poesías. Bendiciones en este lindo día domingo, abrazos a todos y cada uno, los tengo siempre en mi corazón.


El 969 le he bautizado.
Mi cifra no pende de punteros.
Mi devenir, entre trovas apaño.

Pacífica mediadora
va y viene la luna calma
y el viento busca puerto
en el ramal de mi pensamiento.
Oh, luna y viento ¡cuánto los amo!

El escrito se hace emblema
la noche estremece al mármol
una mariposa, en mí, se desenrosca.

La verdad, de gala,
aguarda su carroza de plata.
Dispersas en el largo camino
flores silvestres, nacidas al alba.

Oigo el lamento de un piano
desde el rellano de una estrella.
La sonatina hipnotiza mi espíritu.  

Subversiva me incita
a la virtopsia de tu mirada:
de desvaríos drogados
de imágenes empolvadas
de vacíos, llenos de imposibles.

Oh ¡cómo amé tus ojos!
presentes, ausentes, dormidos.
Cuántos goterones copiosos
resbalaron por tus laderas
que bebí a labios lentos.

Los amé -te amé-
como se ama el cielo.
Los amé
incluso con ira.

Nunca vi que tanta belleza
fuese forjada de pura indolencia.
Celo de cigüeña, sin descendencia.

***

Al caer al barranco de rocas violetas
mis yemas dejaron de contar horas.
Bucólica e inerme, continúo.
-Solo prosigo-

Calaveras con velos
siguen cada uno de mis pasos.
¡Aún no sé qué quieren!
¡Van tan siniestras y calladas!
¡Son tan parecidas al silencio!

Y al ángel lúgubre que dejan tus fugas
por doquier que marque mis huellas.

Bajo hilachas cristalinas
sin una clara explicación
mi moción, híbrida se encripta.
-Acaece la lluvia-

Ve poesía mía -le susurro-
duerme la bonanza que drenas
bajo el gran árbol de la existencia.

Cuando ella se aleja
el color del aire es idéntico
al atardecer en que te fuiste.

¡Y entonces sólida llega!
¡Soledad! tácita, anémica,
en estado ensimismada.
Adjunto tú -astro vedado-
con atuendo de príncipe.

Y te pienso en lo más inmenso que hallé:
la frágil solidez de mi sentimiento.
Inauditas se presentan mis cavilaciones:
¡evoco todo aquello que no logramos!

A fragmentos del juego, somos ases,
dos gotas de la misma copa:
Si tú eres memoria, yo soy recuerdo.
Si te veo pulcro, yo me veo inmaculada.
Si hueles a un bosque de nostalgias
yo huelo a un jardín de melancolías.

***

La pasión nos hizo cómplices
la supresión, imanes divisos
lo forzoso, mitades individuales 
y al lacrarse 969 líricas,
sobrevivientes sin armas.

Siguen resbalando notas
que verifican los sentidos
y mi boca -árida de besos-
y mis manos -secas de piel-
en este aparente y auspicioso
hondo aprendizaje de lo furtivo.

Ah, la música, que no se detenga.
Ella es el origen diáfano
de todas las inexactas exactitudes.

¿Y qué es el amor?
Sé que me encontró
sé que lo miré a los iris
sé que, a ratos, me perturba
sé que en mí, urdió un nido
sé que me llevará alto y lejos.

Pero, a pesar de tanto,
aún me lo pregunto.

Teatral apremiante es  
esto que me da vueltas,
me carcome, me irrita,
me atrae, me cautiva,
me eleva, me desvela.
¡y nunca da tregua!

Para mí, hoy…
-secretamente-
el amor eres tú.

Eres lo fronterizo de lo conocido.
Nada veo, después de tus límites.
Más allá, mi alma no ha querido.

Dudo exista sentir más grande.
Dudo logre mayor alcance.
Lo imposible es lo indeseable.
Todo lo posible es equipaje.

Se lleva donde quiera que vayas.
Y si inmóvil te quedas, inmóvil queda.

Frente a la silueta roída,
de un casi molido retrato.
Frente al óleo gris
de una gran ciudad gris
despertada de una noche negra.

El amor corre en las venas,
en la piel, en el corazón
y delibera -reza milagros-
en la gruta del alma.

Del alma que solitaria enferma,
del alma que en soledad es nada.

Dos lágrimas nonatas
han resbalado al 969.

***

Acontece la rima y el rito
asoma el mito sánscrito
mientras la tiniebla
tiembla bajo mi manta
erizando espigas fecundas.
 
Las calaveras danzan baladas y…
¡sorpresa! el tiempo da un gong.

De pronto, se tupen mis latidos.
Se escuchan pasos tras la puerta.
La muerte circunda, mordiendo el aire.

La desidia no cede con el miedo,          
los huesos se han de cristalizar:
estatuas de nieve seremos
en el parque de los olvidos.

***

En ésta, la estoica espera 
parda hiedra, de tecnicismos nativos,
me he ido ensamblando  
a tu aireada gran ausencia
como antes, a tus concretas caricias.

No es lo que soñaron las cenicientas
pero la abulia resquebrajó la licencia.

Después de tantos inviernos trabados
la sazón deshizo el frígido conjuro.
De mi piel afloraron puntas de hielo
que fueron devueltas al quicio
sollozando elegías por el río.

Lloré, lloré, lloré
llena de heridas punzantes
en el organismo y en el orgullo.

Lloré, hasta agotar mi fuente
con demasía de dolor y de pena
como a cántaros la lluvia añil
si la vendimia no la desea.

***

Al no saber más de ti
supe el significado sibilino
de lo que es un trágico desierto.

No obstante sequedad y destierro
en mí, el amor basta.
Lo demás, es solo el resto.

No soy registro, no soy deidad.
Del mundo y alrededores
simplemente soy...
la que te ama.

La incomprensión se embelesa,
sin entender nada de nada.
Carreta de incomprensiones carga.
Así como yo, no te he entendido
y he cargado montañas.

***

Mi macilenta autenticidad
escapa de tus bruñidos enjambres.
Inconsistencia perseverante
me seducen y me aterran.

Al huir, la miel resbaladiza
cae y cae, a lo largo del piélago.
Sirenas purpúreas corean el rocío.

¿Con cuántas olas dulces me he de bañar
antes de abdicar con tu misma severidad?

Tal vez, el misticismo de mi dermis añora
que aquel néctar, me encinte por los poros.
Sensorial y desnudo de precinto,  
en el reflujo de tu sangre rubí
quizás también lo deseas.

A veces el sueño
insistente intermitente
es que al crepúsculo ámbar
de un día de aire muy luminoso
tus ojos ladinos, me bajen el piano…

y solo para mí toques
con quid en tus dedos
una metáfora nupcial    
bajo un noble macizo albino
saturado de libélulas novias.

Mi azucarada hechicera
ungida de luz somnífera
madrina madrigal, colapsaría.

Oh, soy pura entelequia.
Toco mi hombro sorprendida
en los espejos de la coexistencia.

***

Visiones perennes giran
cuales remolinos de colores
levantando artesanías de antaño.

Mareada de vaivenes y roces celulares
de ungüentos y rocíos centelleantes
mi planicie balsámica se abre
despacio, languidece y te llama.

Apenas rozando por mis labios
pasan, en suave peregrinación,
las connotaciones de tu nombre.

Mis dedos termales
te sumergen al refugio.
Te balanceo en mí
cada vez más fuerte.
Grito un quejido frugal.

¿Cómo olvidar -dime cómo-
cuando el sol rozaba a la luna
desde su primer umbral
hasta su último infinito?
La eternidad no era el final.

Confieso que hace cien sonetos
pedí al mentor de mis pecados
que mis sublimes fantasías contigo
licuase a mi sangre en verbena.

¡No! no intentes nada inusual.
La excitación te hizo mío, benigno,
pero la exaltación, inicuo, distante,
y la complejidad de extrañarte
es menos difícil
que imaginar poseernos otra vez
y sobrevivir a perderte de nuevo.

¡No! no merezco el contacto
con el desenfreno y los desechos
que ha acumulado tu libido.

Mi opción es recordarte propio
guardar gemas en mi núcleo.
Protegerlas de lo ordinario.

Memorízame con sonrisa
¡escultural, dría e inagotable!
Como en los primeros avistamientos 
cuando querernos era exponencial:
¡urgente y turgente, lucido y lúcido!

El firmamento se niega a excluirnos
y los astros, aún declaman el idilio.

***

La resonancia persiste y magulla el pecho.
Los meses del año no son más que gaviotas
que vuelan perdidas, en narraciones ajenas.

Y es que el rústico tiempo, nada más sirve
para no recuperarlo.

¿Y nuestro tiempo?
ay, nuestro precioso tiempo
eso es distinto, eso ¡es otra cosa!

¿Qué importa si fue tifón o garúa?
Nuestro tiempo fue excepcional:
mitad éxtasis, mitad ensueño.

Nunca más seremos aquellos.
Lo aventaron los esqueletos.

***

¿Y tú?
Sí, claro, tú…
Indefectiblemente acompañado
sobrevivirás recordándome.
Íntimamente endeble
seguirás mis trazos.
Secretamente viudo
partirás amándome.

No des vueltas sin fin
en tu kilómetro grana.
No te alteres,
no me detestes,
no te corrompas,
no te limpies,
no me desees.

Mi capacidad será fonema
el recuerdo, un débil credo
mi fotografía, una marquesina
y éste, el 969, tu mantra.

¿Y yo?
Sí, claro, yo.
Atemporalmente poética
seguiré enamorada de la galaxia
que espigué en tu mirada
y acrecentaré la abundancia
de lo que nunca tuvimos.

Ten fe en tus velas y petitorias
y te pido, adiciona mi tinta palabra
si ahora y nunca más te digo  
que al caer el pesado telón negro
resplandecerán todos los blancos…

y nada
nada habrá de suceder
en un sacro relieve sideral
que ambos no hayamos antes
diseñado y procreado en el alma.

***

Por un momento sísmico
se aúnan los precipicios
y sucede tu abrazo sideral.
Generoso, intenso, honesto.

Yo, entre líneas mudas, beso
tu odisea, tu yerro, tu pensar.

En el quizás del tal vez
el texto que sigue, sea ciego.
O no y lleve tu clave secreta
e implique el pasaporte del viaje
si me buscas para un todo grandioso.

Para acunarme, alzarme el cabello,
engarzar mi cintura a tus manos
regalarme un perdón y una flor
con el aroma a vida de vuelta.

Pero, porque los imposibles dominan
y la muerte ganadora se adelantó
mi rostro esté bajo una vil lápida.

Creo que, a pesar de la aspereza,
igual me besarás. Y yo
igual te sentiré.

Llora si quieres
solo yo te veré.

***

Si crees que estoy mística,
no lo reniego. Lo revalido.
Si tanto misterio te espanta
perita manía, da la espalda.

Si crees que nada de ti sé
patrocina la veracidad de tu prosapia.
Si vacilas que existe un desquite
¡para!… y déjalo hasta aquí.
Serías tú el tieso ignorante.

Pero…
si marqué un hito en tu senda
porque durante un solo instante
-de los interminables que nos quisimos-
me amaste como yo a ti
con templanza, sostente hasta el fin.

Bendeciría lo irreverente
si mi último nelumbo
lograse libremente flotar
hasta gestar islas castas
en el océano de tu alma.

  ***

Lo que sigue, sé te parecerá interesante:
te propongo el mejor negocio de tu vida
con la mejor ganancia que hayas tenido.
Por la llaneza y rapidez, vale la pena.

La luna y el viento, inmóviles están.
El piano y las sirenas, en mutis total.

Pon una mano en tu centro
y siéntele el pulso a tu pecho.

Haz a un lado las similitudes,
las demencias, los delirios, 
las sincronías, la sintonía,
la gracia y la desgracia,
las figuras y el esmero,
la eufonía y la oda.

Aparta mis pausas y
tus hondos respiros.
Quita entresijos
y disipa silencios.

Todo lo que queda y
a tu alma se prenda
¡es lo que deseo!

Tan imposible como lo nuestro
imposible es explicar esto.
Ya nada más te debo escribir.
Y ya nada más sabrás de mí.
Algún suspiro debía traer el fin
con su acongojado punto final.

El lucro cuántico
es, de mí para ti,
la ulterior ofrenda.

Luego de este verso, eso…
¡ya nunca más será mío!

Eso… es el 970.
Viene del futuro
¡y ahora es tuyo!

No cuesta números con ceros
¡vale lo que vale la existencia!



P-Car










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viernes, enero 19, 2018

Agua de amor

¿Dónde estás útero? ¿a qué lugar me arrojaste? A un mundo grande, cierto, con un abanico de destinos, pero sin lo puro y divino de ti. Si quería salir, nunca me preguntaste; fue lo único no gentil de tu parte.

De haber sabido todo lo que hoy sé, apenas me expulsabas, me hubiese devuelto, mientras aún podía, siendo diminuta y sin estas penas que no acaban de sumar y pesan como montañas.  

Añoro tu melodioso silencio abrazando mi natural desconocimiento y sentirme a salvo entre tus tersos contornos sagrados… ¡era un universo fantástico! Todo era agua y amor, una realidad sin juicios, sin más aspiración que jugar dando giros en el nido, sin miedo. Tú eras mi sol y mi noche. Mi melodía, mi ruta, mi castillo, mi corcel y mi bosque. Mi cielo, mi culto, mi oración y mi fe. Mi maravillosa aventura y mi único horizonte.

Cuando todo acabe, quisiera por fin, clavar aquí mi cruz y que mi espíritu leve, retorne a tu pecera. Necesito volver a la esencia, al sentido primero, al origen de un todo. Mi corazón sonríe y agradece la gracia consciente de poder fantasear ese sueño.

Mientras siga en la tierra, soportando lo que deba, pensaré excesivamente en mi fuerte deseo y con ello, aliviar mi devenir y la espera. Este es un desierto que no pedí pisar, porque de haber sabido tanto, ¡tanto tanto!… en tu dulce mar hubiese preferido - eterna e infinitamente - seguir nadando.


P-Car


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