Estimados amigos y amigas, esta poesía de 300 versos, fue mi presentación al concurso de "Juegos poéticos y florales 2016"
Memorias del alma
I.
Bajo una nube
perenne
mi silueta empapada
medita:
pedazos de vida
trozos de
memoria
fracciones de alegrías.
Recorrí:
rutas de sal,
de hojas,
de brisas, de aguas
y otras necesarias
ciegas de
bruma.
Al entrar la neblina
la noche se
despliega inmensa
abriendo
horizontes oscuros.
Luego se enrosca
nonata e
ingenua.
¡Pobre noche
vulnerable!
Mi ser -sin
miedo-
en su esencia
de búhos y conjuros,
leyendas y
fuegos apagados,
mece un mañana.
Y entonces recuerdo:
cómo era la
vida
cuando el
jardín era bosque
y las horas,
infinitos.
La risa, eco del
cielo.
El amor y la
complicidad,
valores indestructibles.
¡Oh! Cuántos
caminos
he
incursionado
he inventado
he sembrado
y he cerrado.
A veces
quisiera hallar
aquel de
vainilla
para
retroceder por el tiempo
y dormir en mi
cuna.
Ojos de almendras
manos de
otoños
trenzas rosa.
Lluvia de
diamantes
que hice mía
mirando tardes
enteras
por la pequeña
ventana
de un castillo
de naipes.
Pareciera que en
aquel entonces
el mundo era
algo totalmente mágico
cuya bonanza dependía
tan solo de un
guiño.
No existían las
palabras
nostalgia, tristeza,
soledad
y el silencio…
no era así
tan callado como
ahora.
II.
De pronto
siento un pálpito
que me grita
en el pecho:
¡fue tan
simple quererte!
Tan fácil
como
increíblemente frágil es
cambiar un
destino.
Entonces tú… vienes.
Me abrazas, me
consuelas
me das tu
calor, me amas.
Es reconfortante
imaginar
que eres
aquello que necesito
para saber que
todo lo vivido
valió la pena.
No, no te alejes
como una ilusión
no te esfumes
en mi sueño -tuyo-
Vuelve,
quédate.
Pon tu vientre
en mi vientre.
Inúndame de
semillas
de trigo celeste
y cielo dorado.
Dame una
estrella
cada noche una
nueva
y al despertar,
la luz del sol
en la esfinge
de mi piel desnuda.
Juntemos
nuestras lágrimas tibias
para hacer un
baño de espuma
en una tina de
caracolas
bajo la faz de
la luna.
Plantemos
nuevas margaritas
que las mías murieron.
Quedaron sin
pétalos
uno a uno
desgarrados.
Esperanzas
tiradas al viento
por mis
propias manos.
Quiero un
santuario
para lo que
tenemos.
Velas,
atardeceres, vino,
prosas y
suspiros.
Allí
confesarte
que no conozco
el olvido
para aquello que
alguna vez
ayer, hoy o
mañana
estremece mi
alma.
Si te vas
siempre
sentirás que
estés donde
estés
estás y no
estás
porque una
parte de ti
-la pura-
está conmigo.
Te protejo en
mi seno
en mi corazón
en mi matriz
y en mi alma.
Culpable tu
mirada
al fecundar
mis ojos.
III.
Ay del tiempo
que a solas
contigo
dulcemente te
he sostenido
en mi
sentimiento.
Hay brisas que
llenas de tu
nombre
alzan su vuelo
buscando el
cobijo
de un descuido
en tus labios.
Anhelo
menciones mi nombre
y que esa
evocación te convierta
en lo que de
verdad eres
además de mío.
Dicen que el
poder de un deseo
mueve montañas,
ríos y lápidas.
IV.
Nada sucede
más que éste
gris denso.
Es un vacío
lleno de nada
que insisto
desaparezca
resonando
quimeras y desvaríos
entre el mar
agitado y el roquedal
de mi lucro poético.
Me tengo a mi
misma:
mis versos,
mis caminos.
mis retos, mis
memorias.
Pero por sobre
todo, mis sueños.
Dios
déjame soñar
hasta lo último
para llevar
mis sueños más allá del umbral
y luego que
todo el misterio suceda
soñar más y
más.
V.
Llenas están
mis alforjas
de renglones
en blanco.
Epopeyas increíbles
de caballos
con alas.
Utopías de un
alma
que insistente
busca
un algo muy grande
y especial
en una mínima diferencia.
Quizás, una
ruta virgen
hacia una cascada
jamás vista
de luciérnagas
ámbar.
Mapas no
existen
ni brújulas,
ni duendes.
Real es la
guía honesta
de ese qué se
yo
tan intenso
del pálpito.
Llegaré. Por
cierto amor, muy pronto.
Quiero
disfrutar el milagro.
Quiero saber
que todo…
todo sirvió de
algo.
VI.
Mis pasos
están exhaustos
mis manos,
ajadas
mi pecho,
seco.
No creo que
logre alcanzar
el final de mi
último camino.
Quiero
sostener mis recuerdos
irme hacia lo
alto con ellos.
Son lo único real
que tengo.
Tendida en la
arena
de una playa
desierta
te evoco, te
invoco
te pido, te
suplico
te lloro, me
silencio.
Mis fuerzas
declinan
cual pájaros
heridos
goteando gotas
rojas
en un mar de
fieras.
Nada es
eterno, lo supe hace mucho
pero necia, me
he resistido a creerlo.
Quiero mis
recuerdos, mis sueños y a ti
en mi lecho,
hecho de bosques en celo.
Mi alma se
aferra a todo
mientras el
cielo la eleva.
Sube, alma
mía, sube victoriosa
que mi cuerpo
se ha de desintegrar
cuando
termines tu trayecto.
Polvo será.
Polvo y nada
más.
VII.
Se escuchan rezos y llantos.
Se escuchan rezos y llantos.
Plegarias
llenas de elogios.
Puedo
escucharlas.
Es grandioso y
gracioso morir.
Nunca lo
imaginé así.
Aún puedo
sonreír.
Quiero decir:
gracias.
Lo dije, fue
lo último.
VIII.
¿Dónde me
encuentro?
No tengo
cuerpo sólido.
Aquí no hay
puertas.
Ni abiertas,
ni cerradas.
Nadie está,
nadie viene.
No necesito
llorar o gritar.
No pienso en nada
concreto.
La verdad, estoy
bien.
Razón de no
estar mal.
El miedo ha
desaparecido
La ansiedad también.
He de esperar
lo que venga
y si no viene
nada, también.
Es extraño sentir
tanta libertad.
Acurruco quietud,
sosiego y paz.
IX.
Parece que
dormí
mil
atardeceres diferentes
bajo la misma
luna viuda.
Oh, luna bella
fiel como
ninguna
me has seguido
a este curioso
lugar.
Me encuentro
feliz
me siento
bendecida.
Creo estar
despierta
en un sueño sin
fronteras.
Sígueme luna.
Sé mi globo
sé mi guía
sé mi ramo
sé mi cáliz
sé mi lucero
sé mi amiga.
Sé mi todo y
mi musa.
Si estás aquí,
es una señal:
todo lo he de
escribir.
Así será.
X.
Soy leve
soy pluma
soy nube
soy estela
soy espíritu.
Contengo
plenitud
en mi piel traslúcida.
El miedo se
fue.
No huyo ni
busco.
Un nada colapsado
de un todo
es una
realidad sublime, sagrada.
Observo
atónita
negros
terciopelados
soledades
amistosas
silencios
musicales.
Vuelos
transversales
de luceros y
estrellas.
Es una armonía
gloriosa.
Fluye la
existencia toda.
No existe el
sudor, la batalla, el hambre, la muerte.
No concurres
al tiempo como un esclavo.
No heredas
herencias, solo el amor:
amor a Dios y a
la esencia.
No hay sumisión
ni poder que
someta.
No aflora el orgullo
ni se subleva el
ego.
No hay razas
ni bandos
ni posesión que
valga
más que la del
alma.
La única fortuna
es haber
llegado.
Fortuna de
luz.
Brillo sin
igual.
Fui y aún soy
mujer, poeta y
amor.
Recuerdo las miradas
que cambiaron
mi vida.
¡Mis memorias aún
están!
Son mis
raíces, cimientos de mi alma.
Agradezco cada
paso o tropiezo
de caminos
rugosos o amables
antes de entrar
a este paraíso
llamado cielo,
en un todo…
infinito.
XI.
Ahora que
puedo recordar
y ver mi vida
y mis caminos,
como quien
mira un capullo
abriéndose natural
al sol del alba,
entiendo tanto,
entiendo todo.
Simple y veloz,
vital y perfecto
como antes fueron
mis suspiros.
Cada paso, cada
sendero.
Cada ser, cada
sentimiento.
Cada lágrima,
cada alegría.
Cada vuelo y
cada caída.
Todo… todo
tiene un sentido
incluso estas
memorias mías
que hoy puedo
conservar.
Sin ellas…
nada entendería.
Sin ellas… no
habría poesía.
Cualquiera sea
tu camino, mira el cielo con fe
y cree que en
esa interminable masa volátil,
celeste y etérea
a la vez, la magia si existe.
Hoy soy pluma
escribiendo feliz en el infinito
al ritmo del
universo, con luz de las estrellas.
XII.
Si una noche
cualquiera sientes algo vibrante
soy yo, que llena
de amor por tu honesta tristeza,
logré llegar a
tus labios, con un beso inolvidable.
P-Car