lunes, diciembre 30, 2013

Campestre


Con suaves aleteos
refresco el viento denso
que llega a mi rostro.

Hace mucho calor
y parece que muy lejos
la brisa fresca duerme siesta
bajo el sauce llorón.

Camino descalza
-sin dañar flor alguna-
buscando la fría esencia de luna
que se impregnó en la maleza
cuando los grillos recitaban
versos de suerte y esperanza.

Ya logro escuchar el río
parece que se queja
porque muchas piedras lleva
luego que en el alba, la montaña
hiciera sus secos descargos
a la madre tierra.

Ya pronto llegará el ocaso
vestido de oro mate y azul tormenta
y con el, mis fantasías
mis alegrías, mis quimeras.

La noche húmeda vendrá
y con ella he de beber
la melisa y el llantén
para luego quedarme bajo la higuera
a mirar las estrellas.

Antes de dormir
despertaré la brisa fresca
y escribiré algunos versos
al campo, la naturaleza
su belleza y tranquilidad…

y todo lo que se haya en este lugar
que es la adoración de mi alma poeta
porque es un paraíso terrenal
ubicado
-sin discusión-
más cerca de Dios.


P-Car

domingo, diciembre 29, 2013

Mi abanico de versos

“Pensar que fui feliz”

 

Detesto este presente de sensaciones débiles, claramente subyugadas al fin. He perdido tanta fuerza que mis ojos quieran o no, dramáticamente lo reflejan.

Y es que la vida me cargó con tal exceso, de pérdidas, tristezas y olvido, que entonces un día cualquiera no di más y caí hasta tocar el fondo de un abismo que no conocía, más profundo y frío que la soledad misma.

Sé que ya no podré nunca más ser lo que fui, aquella mujer que irradiaba estrellas de día y vestía soles de noche, con una alegría que despertaba sonrisas… Sí, todo cambió, luego de renunciar a aquello que dicen se llama… ilusión.

Hoy la desconfianza prima, el pesimismo, la rutina, el letargo… Mi piel sin besos pesa a cada paso, mi alma sin cuidados, se oscurece, mi corazón sin amor, muere.

Pensar que amé con una intensidad mayor… quizás como lo hace el mar al viento, el sol a la luna y el ocaso a sus dignas gaviotas. Entregué con tanta esperanza, besos, gestos, palabras, caricias y hechos, los que sin más, desparecieron en el click de unos experimentados dedos, no así en la prosa de mis sueños.

Y es que pareciera que nada es razonable si se trata de sentimientos de amor… nada. Dicen que Dios y el tiempo se encargan, por lo que me dejo llevar por la inercia del destino, intentando cada vez tener más resguardo para sufrir menos decepción y evitar al máximo las lágrimas.

Sí, la depresión es una verdad y dicen que lo contrario a esto es solo cuestión de una decisión personal, pero hay momentos que tus fuerzas son tan pocas, que ni eso quieres emprender.

Bueno, repetiré la frase: ya vendrán tiempos mejores… Se supone que debo sanar y entonces vuelvan a danzar las ilusiones, entre unos ojos de amorosos colores y la reprimida mirada que resguarda en transparente secreto, mi abanico de versos.


P-Car