Parece increíble que la luna
y el mar han emigrado de mi mundo, luego de haberme sentido la única estrella
de un anochecer sin igual. Tú te has marchado, sin mirar atrás.
Se han ido tus ojos, tus
labios, tus palabras… Tu cuerpo, tus besos, tu fuego -que tan míos aún siento-
serán de otra en este momento, como ayer fueron de la realidad de mis sueños.
Las caricias que me entregaste
serán siempre mías ¡siempre! No así las promesas de amor eterno. Con tu renuncio,
ellas, desacreditadas murieron.
Tengo fe que algún alba el dolor
será nostalgia, después la nostalgia se hará recuerdo y luego el recuerdo será un
bocado más del correr antojadizo del tiempo. No porque lo quiera, es porque tú quisiste
el olvido para nuestra quimera.
Y me pregunto… ¿qué harás cuando
lleno de estragos necesites solo caricias para sanar? y ¿dónde estaré cuando tu
reconozcas esta verdad y añores con énfasis mi austeridad de entregar
simplemente dulzura, sintiéndonos del amor, unidos y cómplices?
Tal vez suceda el milagro y
tenga todas las respuestas cuando la luna y el mar se cuestionen su claustro emocional…
y vuelvan aquí a brillar en paz infinita… luego que tu recuerdo muera sin
alimento, en los espacios vacíos de mi memoria.
Yo no quería esto para
nosotros. Al contrario, quería estar contigo hasta que la muerte nos llevara a
la eternidad, pero tú, sin mirar atrás, te has marchado. Eres tú el que, sin miramiento,
me ha abandonado.
P-Car