Es la hora, bello
amor…
de soltarnos
para siempre.
Es la hora de
la lágrima,
del
sinsentido, del hielo
¡del
miserable desvelo!
De prohibirme,
soñarte…
de ya, no
llegar a amarte.
Es el
detestable inicio
de la
interminable
estación del
duelo.
No quería que
el reloj
marcase esta
hora nefasta
llena de una
soledad
que no había palpado...
que me hurga
y muerde,
este torso
con tu nombre
que gota a
gota…
¡sangra!
Esta nueva soledad…
amplia, vacía,
amarga
que virtuosa
y fuerte
deberé
sobrevivir…
si logro
vencer a la muerte
en este lento
fallecer sin ti.
Es el período
obsesivo…
del repaso y los
“por qué”.
La hora de
las canciones
y las
fotografías todas.
De la
epidermis cetrina
del yerro,
del destierro.
De las mil, fe
de erratas
de inmolar el
ego y la ira.
De la
preciosa rendición
y la
prodigiosa nostalgia.
La hora del sórdido
olvido
que henchido,
nunca llega.
Estoy
trizada, me duele todo
el espejo, el
verso, el tiempo.
Me dueles tanto
amor
pero al unísono
eres
mi dulce consuelo.
Te brindo mi alborada
la más dorada
de todas
y a la vez, la
más lejana.
Así como esta
hora acaece
te dejaré ir,
en esta hora,
a tu íntimo
atardecer.
Pero con tu
ser, resonaré
con mis
pensamientos
con mis
sentimientos
con mis
emociones
con mis
deseos.
Ya comencé a sentir
tu falta…
presintiendo
esta hora enferma
y sé, te
extrañaré…
Como pétalo
al rocío…
como desierto
a la lluvia
como despeñadero
al cielo
como matanza
a la vida
como ésta, errada
hora,
a la fortuna
del infinito.
De perdernos
para siempre
desde este
presente a la muerte
es la fatal hora,
amor querido…
Nos ha arremetido
y debemos aceptarla:
permitir que
nos afecte,
¡que algo bueno
nos deje!
Desheredados,
indigentes,
seremos poco,
crearemos nada
a la vez de perpetuar
un todo
en un
ulterior sesgo del alma.
Nada más
sabré de ti…
nada más
sabrás de mí.
A esta hora azabache
con este
último verso albino
lo mejor de
mí para lo mejor de ti
mientras estoy
evocando, intenso,
tu primer
abrazo, el mismo
que ya nunca
me darás.
Si fue tan fácil,
tan viable
excluir este sentir,
esta luz
en nada más un
instante
¡debo decirlo!
-amor debo-
aunque a esta
misma hora
de destemplanza
sufra mi pluma
y púrpura, se
derrame la luna…
debo expresarlo…
-de una buena
vez, debo-
¡Adiós amor,
mi amor!
Esto que
siento por ti
queda aquí,
en mi corazón
más, eso que llaman
ilusión
como dulce agua
del río
al salobre
mar bravío…
se me va… ¡contigo!
.
.
.
P-Car
Paty Carvajal-Chile
N°1385 - 29.08.2022
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