De tanto en
tanto, feliz danzo
con las candelillas
de mi pasado
y se me
regocija la esencia y el día
con el
movimiento y la melodía.
Y también, a
veces, sin desearlo -de pronto-
debo arrullar
lobregueces que creí enterradas
sacarlas de
su cueva, mirarlas con precaución
hablándoles bajito
para no despabilarlas del todo.
Y pido que la
libertad del mundo no juzgue ligero
y que ojalá se
me conceda un momento del tiempo
para oírme un
par de relatos, dando con precisión
embarazosas faltas
y magnánimas razones
peliagudas
desventuras y afligidas penas
enormes
desaires e indebidas condenas.
Y entonces,
abrir amplios sus corazones
tranquilizándoles
sus estrictas mentes.
Y que la confesión,
la comprensión,
la dulzura, el
perdón y la holgura...
inunden los ríos
grana de sus venas
para aquietarse,
al final del trayecto,
en los estanques
azules del espíritu.
Y, aunque
suene a utopía,
ofrecer un
gozoso presente
que borde con
colores cálidos
el lienzo de
futuros recuerdos.
En esta grisácea
parte de mi verso
penosamente
se impone este “pero”
que lo errado
oxida y nada revindica.
Pero...
es bárbaro
que sea moda en esta era,
que muchas
veces, muchísimas gentes
de su comprometido
o vacante reloj
ni por
casualidad te concedan
ese mísero
momento siquiera.
Y pasas a ser
una estatua
antigua y
medio trizada
invernal, sin
lagrimales,
invisible para
los apurados,
a mitad de un
enorme parque de lápidas
entre veteranas
arboledas con aroma
a la mortal muerte
de la distancia.
El cariño
frustrado, sangra sus penas
y aunque el
alma se sabe inocente cual luna
no pierdes de
vista sus realidades para
-así de un
poco de trabajo- entenderles...
y sin sumar causas
ni amputar raíces
les sigues
queriendo, como siempre,
desde antes de
mecerte en la cuna.
Sin ser tu afán,
excesivas veces,
lo
interfecto, antes de inhumarse,
te marca con
tinta tostada la frente
y coladas
miserias tiñen tu calendario.
Y tu verdad
toda, es enmarcada...
por un infinito
futuro de silencios
que, con escusas,
lividez y disimulo,
te aparta de entrañables
miradas
que añoras
porque extrañas.
Seres que, en
este complejo vital camino,
de múltiples contrastes
no premeditados
y los esforzados
insuficientes aciertos...
son, ni más
ni menos, quienes más amas.
Tengo un nudo...
¡en la
garganta del alma!
pero como
tantos otros hábitos forzosos,
lo soporto,
sin combate, eso sí, con degaste
porque de a
poco, asimilo su rasposo mensaje
hasta que... el
tiempo autista,
la medicinal
madrugada
y la terapéutica
poesía
...¡me lo
desaten!
Y la piel
retorne a su satín
para que las
rosadas caderas
vuelva otra
vez... a sacudir.
.
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P-Car
Paty Carvajal-Chile
N°1466 - 20.01.2023
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