En este momento, sé…
que en algún lugar del mundo
existe alguien en los huesos,
alguien con frío, alguien vedado,
alguien solo, alguien desconsolado.
Alguien invisible…
sin mar, sin gaviotas,
sin barca, sin puerto,
que nada más contempla el cielo
buscando una luz, un consuelo.
Que, cerca o lejos, al tiempo
que unos ojos se cierran
otros nuevos se abren.
Y es que creo -cual conforte del alma-
que si podemos admirar un árbol frondoso
es porque a su alrededor existe
un desatendido inmenso vacío
que hace posible su estampa.
Es la inercia cariño -la vida-
con su magia, con su verdad,
con su dulzor, con su acritud,
con su amabilidad, con su ira.
Entonces te propongo
que mientras todo sucede
lento y bello, veloz y feroz
nosotros, viles egoístas
-tan culpables como inocentes-
construyamos nuestro
pequeño paraíso.
Si, a ti te escribo,
hombre que en mis brazos
pegado a mi corazón
bauticé de “amor”
bajo la única luna
que por una noche
robó un rayo al sol.
Tú, que llevas mi nombre
adherido a tus labios
el que, desde la garganta
hasta tu abatida alma,
te brinda cada nuevo día
un especial dejo de…
amorosa esperanza.
Que, sin pretenderlo,
lograste se arrojaran
en el frío abismo de la omisión
hasta las más sofisticadas
teorías del olvido.
Lo sé… pasan excesivas cosas…
hechos que no podemos entender,
controlar ni resolver. Por lo mismo
mi propuesta es que, al menos,
juntos, remediemos ésta.
Luego, bañados de estrellas
sanados ya del cuerpo y del corazón,
juntos veamos qué hacer para consolar
a los millones de seres que hoy no tienen…
una pizca de amor.
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P-Car
Paty Carvajal-Chile
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