A mitad del
desvelo…
si la densidad
del silencio me ahoga,
oigo estridentes
las querellas
del olvido.
Asomo al aire de
la ciudad y solo veo
habitaciones tiernamente
apagadas
por el sueño de
sus amantes.
Cuando asoma el día…
y el gong del
tiempo obliga,
como si no
tenerte no fuese suficiente,
debo simular que
sobrevivo sin quererte.
Sin tregua
ninguna y con su afán infinito,
ávida, me vuelve
a caer la noche oscura.
Entonces, tocándome
el alma,
con ansias de un
poco de paz y esperanza
miro una
estrella aislada en el cielo
y pido que… tan solo
por amar…
ningún ser merezca
este final.
Pero insólito e
inesperado,
veo tus ojos en la
cúpula celeste.
Y a la velocidad
de un suspiro
poética vuelo a un
paraje de la luna
y pienso que somos
dos
contemplando el
mismo lucero.
Entonces, sonriendo
a Neruda…
y cuerda a más
no poder, reescribo:
“…más loco que el
amor
solamente el
olvido y yo”.
P-Car