Oh, príncipe
del futuro
que llegas a
mi presente.
Que has
vencido la muerte
cruzando
airoso el olvido
por pasadizos
inertes.
Oh, ya lo
sabes,
lo veo en tus
ojos
-claro que sí-
sabes que te
amo.
Por eso llegas
por eso cimbras.
Por eso tus aletas
se abren y se
elevan
cual abanillo
al cielo.
Bésame las
caderas
cíñeme a tu vara:
llénate de mi
amor
rebálsame con
tu luz.
Oh, cuerpo mío
celeste
contorno
regresa a tu
siempre
con tus remos
de oro.
Álzate,
navega, zigzaguea
y cuando lo
desees, vuelve.
Como crepúsculo
al ensueño
como celaje a
la luna
recogiendo a
tu paso
para mí que
te quiero
corolas de espuma.
Te he de soltar
sin desazón
siempre y
cuando regreses.
Cualquier tiempo,
cualquier sueño,
cualquier
infinitud, cualquier verso.
Vete ya, se tú,
se libertad.
Pero frecuenta
tu rastro
retornando a
mi nunca,
regresando a este
jamás.
Inagotable mi
bien
seguiré
siendo yo
y estando aquí
para mí y
para ti
prendada al
mar.
Lo que oyes
desde tu enormidad
son mis
huesos y los cascabeles
de mi dichosa
alma en celo.
Y es que se,
presiento,
que a una hora
pronta
tan mortal
como bella
inextinguible
me llevarás
al país de
las estrellas.
.
.
.
P-Car
Paty Carvajal-Chile
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