Amor, amor
mío:
te
necesito tanto.
Más que a
la esperanza
más que a la
ensoñación virtuosa
más que suspirar
luego del llanto.
Y culpa de
esta necesidad infinita
te hiciste
el útero de mis sentimientos
la certeza
impenitente de mi carne
el vértigo
ovacionado de mi sangre.
Te invoco,
te adoro
te traigo,
te siento.
Luego te
odio
arremetiendo
el ovillo del olvido.
De día,
nuestro huerto místico me succiona
pero sin
nuestro cimiento
- sin tu
simiente -
sin el
querido horizonte
- sin tu
norte -
¡me
derrumbo!
Caigo de
rodillas de frente al viento.
A él le
ruego que, estés donde estés,
te lleve
mi desolación y mi clamor:
te sople
mi dolor hecho beso en los labios
y exhale
un nuevo epílogo en tu alma.
Porque quiero
creer que,
embelesado
en este amor glorioso,
querrás
volver a las cordilleras de mi piel
a través
del espiral mirífico del tiempo.
Al
oscurecer lo oscuro, de luto,
te subo del
sepulcro.
Me elevo
derrotando la inexistencia.
Y en mi inmenso
triunfo virtual
insulto
todo lo que no seas tú.
Mis sueños
cuestan más que la locura
¿sabes por
qué?…
porque se
desbandó la flor
- su aroma
rompió mi pecho -
Ahora, más
que antes,
- mucho
más - te amo.
Hálito de
mi vida, lucero de mi cielo,
si en un alba
próximo no vienes
pronto, en
un alba cualquiera, voy yo.
Y es que
por Dios…
¡te
necesito tanto!
P-Car