Poema dedicado a mis amados nietos:
Rodrigo y Josefina.
Crecemos, sí, pero tan solo del cuerpo.
Cuando nos hacemos grandes
somos cada vez más inmaduros,
ineficaces, inseguros, iracundos.
Es más, creo que los auténticos niños
son mucho más sensatos y sabios
que aquellos que hemos crecido.
Al avanzar en el calendario
nos vamos desfigurando.
Con prejuicios,
con distancias,
con avideces,
con egoísmos.
Con falsos placeres,
con ilusorias caretas.
El destello genuino
de la vida y la felicidad
…desvanece.
Nos la pasamos el día
pensando en estrategias
para sentir que encajamos
así eso no encaje ni por casualidad
con nuestra recóndita verdad.
Nos adaptamos a la incomodidad
de sentirnos inmóviles e invisibles.
Aceptamos la pereza, la tristeza, la soledad,
como si a ello hubiésemos venido a la tierra.
Damos mayor crédito al “qué dirán”
que a lo que grita nuestra necesidad.
Son muy pocos los adultos
que despiertan y sopesan esto.
Y reaccionan -y se curan-
…a tiempo.
En cambio, los benditos niños
despiertan sin juicios ni manías.
Piensan tan solo en descubrir
y gozar el mundo
a través de sus ojos,
de sus manos, de sus cuerpos,
de su creatividad y juegos.
No les importa si sus amigos,
de aspecto, son distintos a ellos.
No piensan si tienen o no dinero,
si sus pieles son de otro tono,
si son robustos o delgados
o si van vestidos a la moda.
Lo único que llegan a pensar
y verdaderamente les importa
es sonreír y divertirse juntos.
Los niños cuando juegan
y ríen a carcajadas
es cuando se mojan con agua,
cuando se ensucian con barro,
cuando se encaraman a un árbol.
Sus relojes y tiempo
son el alba y el ocaso.
Es decir, ellos se mimetizan
con lo que la naturaleza ofrece
siempre y totalmente gratis.
Es bonito contemplar con paz
y detenida atención a los niños:
su inocencia, su sencillez
y su oriunda forma
de conexión y embeleso.
Ellos, sin querer,
nos enseñan a ser,
simplemente ser.
Se habla por doquier
que es fundamental
avanzar en la vida.
Sin embargo, hoy, yo,
de corazón por fin entiendo
que lo más importante
para sanar este mundo
-y nuestras almas-
es retroceder.
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P-Car
Paty Carvajal-Chile
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