En la honda
invisibilidad aún somos
lo que juntos soñamos
acoplados mecimos
y a la nada cedimos.
Sin embargo, seguimos
en el vicio y desquicio
de inquirir y alcanzar,
lo que ya nos fue dado.
Y tan poca agudeza
introducimos a la locura
que, emborrachados
desde los huesos al alma
-con el justo
dulzor de ser nosotros-
vamos a la
bohemia de los pecados
procreando juntos,
la más sublime y mortal
¡de todas las
faltas!
Y así, de amor corruptos
saboreamos el
éxtasis de ser uno
en la tránsfuga noche
que no aclara
del único
universo que no gira
en el ido sueño
que jamás termina.
Instantes locos…
¡totalmente
lunáticos!
de un ímpetu sin
conciencia
en que podríamos
morir sin darnos cuenta
y a la vez los
únicos…
que logran salvarnos.
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