Tu voz, mil
melodías, notas de gracia,
dulce balada,
declamando mis agonías.
Tu mirada,
surtidor de la bóveda astral,
invaluable infinito,
estrellándome el iris.
Cuerpo tuyo, germen
de aguas oceánicas:
colinas azuladas,
ensoñación de mi espejo
donde sé, todo el
misterio ha de acontecer:
el terminal beso,
mi último verso,
la última delectación
y desvarío,
un solo clamor, acoplado
deceso.
Contigo me iré
yo -tu dicha-
Conmigo, quedará
lo mío -tú-
Sin mí, te esfumarás,
sin irte.
Habrá de sumar ocasos
el tiempo
para que tu mano
llana y sincera
eleve con
nostalgia la tierra fecunda
donde será hundida
mi última cuna.
Me acompañarán tus
notas y sedas
porque a duras
penas, supe inventarte
para que solo tú
y el amor me llevaran
y no fuese el olvido,
quien me ultimara.
Ay, cuerdo desquicio
de mi alma…
¿que cuánto y
cómo te he querido?:
lo sabrás cabal cuando
inconsolable
me busques en la
luna, en el alba,
entre mis mariposas
y mis tonadas.
Entonces sí necesitarás
expresar
tu sentir y
delirios al firmamento
y sin temer a fugaces
nimiedades
por fin charlaremos
¡eternidades!
Oh, mi antagónico
sueño dorado
impar y más…
¡cómo te seguiré
amando!