Me amaste
hasta sudar tu corazón.
Me amaste y
el cielo vi manar.
De mi pecho,
salía el sol.
Orando
delirio al ego
enjoyabas un
lúdico altar
con suaves
lienzos carmesí.
A pesar de no
creer en nada
jugabas a
creer en mí.
Poseída, me retenías
milenios cada
hora
ni el tiempo ni
tú concluían.
La rigidez me
desquiciaba
con tu aire y
sangre, brindaba.
Desnudos aún,
a trasluz
veía tu
silueta en la ventana.
Uf, como una
muchacha
más y más
de ti me
enamoraba.
Pero…
oliendo a
eternidad
ceñidos entre
desorden y lava
volcando
palabras de miel en la piel
del verdadero
amor
¡no sabíamos nada!
Si bien ironía
parezca,
al galope de las
estrellas
teniéndonos
veladas enteras
el señor amor,
no floreaba cerca.
Que terminó todo
el idilio
-quién lo
hubiese dicho-
al acabar
urgido aquel otoño impulsivo.
Sobre seguro,
el amor… (amor)
lo había entrevisto.
Ahora, en que
solo el albor
se imbuye en
mi interior
y nada más
que la luna
derrama en mí
su blancura
-ido mío, de
tu miedo ido-
con tus
huesos fríos de lluvia
con tu piel
de niño prematuro
con tus ojos
azules enrojecidos
yo, no te
había mirado nunca.
Que no valías
la pena, decían
y un poco de
razón tenían…
Yo… -abnegada
insistencia-
digo que de todas
mis penas,
solo de ésta,
extraigo su valía.
¿Dicen que ayuno
y duermo loca?
Mi boca taciturna
dice bueno
silenciando mi
digna alondra.
¿Qué puedo defender…
cómo me
podría oponer
si te adoro
más ahora?
En aumento hablarán
bien
luego de, en
mi hora, levantar velas
porque todas las
rupturas de la historia
volverán a
ser, como antes de mi prosa,
puro
desgobierno de ególatras y ciegos
puro hambre
de calaveras en huesos
puro huir del
olvido y del silencio
pura negra
soledad…¡a solas!
¡Oh, cuánto
del amor aprendí!
¡Oh corazón, que
cubierto de rosas
seguirás emanando
versos de mí!
¡Oh alma, cuánto
amor
en ti me llevaré!
¡oh, cuerpo
calcinado,
lo lamento.
Sin ti…
igual y más existiré!
No, tú no
vayas a venir.
Si quieres
llorar,
a la playa ve…
¡fíjate en
las olas!
Nunca el piélago
es más ilustrado,
espiritual, sabio,
sensual, osado
auténtico y
agraciado…
¡asombroso
sin fin!
que cuando a
la orilla,
entregado y
feliz
va a morir.
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P-Car
Paty Carvajal-Chile
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