Ya nada siento idéntico a
cuando tú y yo nos amamos:
todo aquello tan único y mágico
tímido aguarda en algún lugar.
Los episodios son como fantasmas
que de pronto, nocturnos declaman
aminoradas y esquivas nostalgias.
Y yo, aquí, tan adherida a mí
aprendida, impasible, solitaria…
preguntando lo que no debo,
deseando lo que no alcanzo
e intentando no soltar nada.
A veces imagino expandirme:
ser viento, el tiempo o el cielo.
Un ente sin bulla ni sombras.
Y llegar hasta ti poética,
circundante y sanadora:
oh... ¡cual diáfana diosa!
Contemplarte penetrante,
santificada y silenciosa…
Adorarte hasta lo más recóndito
con una libertad espiritual feroz.
Bañarte de sensaciones buenas e
inundarte entero de puro amor.
¿Será que de tanto tanto añorarlo
en mi reflexión, cuerpo y corazón
yo… pudiese ser yo nuevamente
hasta criar lunas en mi interior?
¿Será que si el milagro se hiciese…
todo lo de aquel ya difuso pasado
-que hoy parece gris, sentenciado-
podría volver al presente, sanado?
¿Será que si cultivamos el alma
con fe, paciencia, bondad y calma
podremos mi bien… ¡cuidarnos!...
apacibles, agradecidos, compasivos
y quedarnos tomados de la mano?
¿Será que si Dios nos consiente
y nunca incluyó un olvido cabal
es porque en su gran obra celeste…
desde el primer día y para siempre
moldeó para nosotros un plan?
Él, sabe que mi sueño es plegaria
que sobrevuela el extenso océano
y por un cosmos espiritual viaja.
Y que aquello “único y mágico”
resuelto volverá de algún lugar
el día y la hora que deba llegar.
Decidido, ¡y es mi elección!,
seguiré aquí, adherida a mí
preguntando lo que no debo,
deseando lo que no alcanzo
e intentando no soltar nada.
¿Y tú querido, qué harás?
Sin planear, sin calcular…
cuando a ratos me piensas
mira lento las estrellas y
tan solo… ¡déjate llevar!
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P-Car
Paty Carvajal-Chile
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Imagen: Darío Campanile