Camino
de frente al ocaso, dejando la impronta de mis huellas en la orilla, para que quizás
alguna tarde la sombra del amor las encuentre y le susurre al viento que cruza
mi cabello, el por qué prefirió irse por las aguas del olvido hacia otro
horizonte, desfigurando así la ensenada y el sueño que parecía más perfecto, entre
todos los sueños del universo.
Me
acosa el tiempo en su derroche y sin darme cuenta la noche me alcanza, donde sin
pensar sucumbo al cielo y allí, tendida en el recuerdo de su mirada, por un infinito
instante deseo con todo mi cuerpo, me acaricien las estrellas… aquella infinidad de estrellas, que
nunca más… -bajo la luz de nuestra luna- ya nunca jamás… a mi piel y mi alma… él brindará.
P-Car