Cuando tus
ojos ya no me descubren
cuando tu
mano ya no coge mi vida
cuando tu
verbo, ya no me alcanza.
Cuando la
densidad del aire me ahoga
la negrura de
la noche me entumece
y la luna en
mi cielo, nunca asoma.
De la doliente
verdad
huyo a
cualquier parte
-algo así como
todas y ninguna-
e intento anestesiarme,
desquiciarme,
vencerme,
con cualquier
otra realidad.
Pero… donde
quiera que llegue
y haciendo lo
que sea que haga
tu ausencia
me sigue y somete
tu silencio,
mi lírica hiere
y tu
indiferencia toda…
¡me demuele!
Es como estrellarme
en lugares
deslumbrantes de bellos
y los más monstruosos
de vacíos,
indefectiblemente…
¡con la
muerte!
.
.
.
P-Car
N°1394 -
05.09.2022
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