Del aire apareciste
y sólida te
amé:
instantáneamente,
sin premisa,
sin freno.
Hondamente,
alocadamente,
-sensiblemente-
¡descarnadamente!
con creación,
con lucro,
con dicción,
con futuro.
A ti, dulzor
áspero,
-copa de azulado
veneno-
que llegaste insolente
del país de
la nada
a ser bebible
manantial
en la sed de
mi fuente
¡de mi
totalidad!
Tú, sombra de
fuego,
silueta y
recuerdo, más nada,
quien constantemente
me faltas
en este constante
invierno
de lobreguez
y hielo.
En esta
estrecha inmensidad
que llamo,
soledad de ti,
donde vienen
a morir
las más distinguidas
tristezas
sin enterrar aún
ninguna
en esta
tierra sin fortuna.
Hoy, en esos
ratos que tu ausencia
me rebalsa de
lentitud y tiempo
volátil, un
poco recuerdo pensar:
Giro en la
redondez del mundo
y justiciera me
pregunto:
¿Qué sería de
mis días
-y de mis noches-
si al emerger
tú del oxígeno
descaradamente
bello,
yo…
aún más bella
y descarada…
hubiese
mirado las estrellas
-las auténticas-
en vez de tus
membranas perversas?
No hay palabra
que emerja del vacío
ni melodía
que resista la pregunta
y mucho menos
una respuesta.
Tan solo
silencio sin eco,
un descarnado
silencio.
Y es que mi colosal
ardor
y rendido
arrojo
no son
capaces de imaginar
siquiera el
esbozo
de mi boca
sin tu nombre,
mi sueño sin tu rostro y
mi corazón
sin tu amor.
Mi plectro no
existe sin la utopía
de volver al
paredón garzo
de tus
hechiceros ojos…
…para por fin
rendirme
y morir frente
a ti
cabal e indefinidamente,
…sin tu maligna
pasión.
O, paralela y
alternadamente,
de soñar con
la épica esperanza
-descarnada
hasta doler el alma-
de que me
vuelvas a amar.
.
.
.
P-Car
Paty Carvajal-Chile
Derechos Reservados
Propiedad Intelectual
Imagen: Adam Martinakis
Poesía que escribió
mi amigo
Gustavo Figueroa
Velásquez
luego de leer la
mía, la recibo
como un regalo
de su alma.
¡Gracias amigo,
eres lo mejor!
Del país de la nada
Volver del aire
para convertirme en sueños,
un misterio en
tu piel y ardor en tus entrañas,
hacerme fuego a
la altura de tus senos,
amar de nuevo
como ayer te amé.
Del país de la
nada emerjo, estrella rutilante,
y bajo hasta el
refugio de tus ojos australes,
escudriño tus
miedos y las sombras de tus dudas,
te beso en el
alma y en tu oasis vivo y muero.
Soy aire, soy
fuego y, en tus noches, carne viva,
aún amando soy
etéreo en el eco de tus penas,
pero sientes,
¡Ay, como lo sientes!, ese fuego,
ardor que
desvirtúa el alma e inquieta los sentidos.
¡Ay, tu boca sin
mi nombre!, pero nunca tuve nombre,
solo fui la
fantasía del país de la nada, solo aire,
me hiciste carne
en la noche de tus sueños ...
Volveré a amarte
cuando ahogues tus fantasmas.
Gustavo Figueroa
Velásquez
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CONTRASTES (gustavo-contrastes.blogspot.com)