Queridas amigas y queridos amigos. Hoy es mi cumple-sueños N°67 y he querido comenzar este día especial, con la publicación de esta poesía que honra la vida de mi papá, mis emociones en torno a su temprana partida y, a partir de entonces, el camino recorrido sin su anhelada presencia. Gracias a todos por su lectura y comentarios. Amo la poesía y este espacio, así como también valoro el lindo contacto con cada uno de Uds. Un abrazo grande para todos y cada uno.
Veo una niña jugando en el jardín
brinca entre cinco abedules...
uno de los cuales tiene su nombre.
Contemplo su cabeza encrespada de inocencia
greñuda y morena sobre su almohada
soñando con ángeles y duendes
magos, príncipes y corceles.
Observo a la infanta, con 11 primaveras
desteñida por sus lágrimas ácidas
frente al ataúd de su protector
ambos helados, ambos tiesos
impotentes de acercarse.
Hay una joven virgen, que se ofrenda
por hallar un rostro y unos ojos
y comprender de una vez
el raro camino de la vida
el duro atajo de la muerte
la difícil carretera del amor
y el vertiginoso vuelo
a veces ascendente
a veces descendente
de la verdad.
Hay una niña, que ya no es niña
que suplica un abrazo fantasmal
para entender que todo estará bien
antes de que su hondura sea la tierra
y su esqueleto, inspiración de nadie.
O quizá -con un poco de fe y suerte-
polvo albo creando raíces de amor
en busca de escuchar y recordar
la olvidada voz de su padre
y así, descansar en paz.
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P-Car
N°1626 – 27.01.2024
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