Torrentes que por mis venas fluyen,
entibiando mi cuerpo en su caminar,
vitalizando rincones medio olvidados,
generando energía y fuerza al pasar.
Corazón mío que de latir no se cansa,
que cada amanecer quiere madrugar,
que todo esfuerzo lo ve con dulzura,
que cada nueva aurora vuelve a soñar.
Creo que la vida es para aprenderla,
siento que cada segundo con El estoy,
porque respirar y morir es importante,
sé que todo y nada es algo de Dios.
Soy un ser único en cada instante,
milagro divino que El nos brindó,
que cada sufrimiento es solo mío,
con cada lágrima que mi alma lloró.
La vida es magnífica e irrepetible,
vivirla es lo único que debemos hacer,
devenir del alma que transita sin tregua,
esperando sabia y tranquila su atardecer.
Espíritu que busca lo que desconoce,
aquello que brinda un intenso sentir,
aquello que su mirada me ha revelado,
lo que su rostro sabio quiere fingir.
Manos tibias que sienten con las mías,
señales del cuerpo que desea beber,
alzaremos nuestros cantos al sol naciente,
tenderemos nuestra piel al anochecer.
Siempre vigilando su enorme rebaño,
Dios en mí, hoy fijó su atención,
en el silencio de la noche sonrío complacida,
porque un regalo soñado, Él me brindó.
P-Car
Escrita 25.07.09
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