Solo a veces... -pocas y flacas veces-
mi soledad iba en busca de tu ausencia
y en esquivas veces, la hallaba.
En medio de una exorbitante nada
le cedía lo único que podía darle:
inhabilidad, silencio y tristeza.
Pero tu solemne ausencia
inconmovible la observaba:
la cuestionaba, no la entendía.
Y es que tú y yo
siempre hablamos
-y callamos-
del alma...
lenguajes diferentes.
La última vez que supe de mi soledad
orgullosa caminaba de mano del olvido
pero bajo una sublime luna de marzo
ella se deshizo, en miles de estrellas.
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P-Car
N°1689 – 12.04.2025
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