miércoles, febrero 02, 2011

Abandonada



Desarmada y exhausta me duermo, luego de un desordenado parpadeo, que evoca el cemento de dura mirada, único obsequio de tu despedida, dejando esta huérfana furtiva, que no deja de llorar en tiempo eterno, arrojada en tierra de nadie.

La soledad se apoderó de mi lecho, comarca que desde ayer no tiene dueño y sin perder el hambre de la miel de tus labios, pasé una noche tragando puntas de cristales, queriendo despertar de un mal sueño, añorando tus brazos que acariciaban al alba mi cuerpo desnudo, doblado en tu espalda.

Nada soy sin tu ser cercano, ni sin el sabor de esos frutos jugosos, que erguidos nunca se saciaban… de vivir internos en mis entrañas.

Sueño regresar sobre alas plumadas, por los encajes verdes del mismo camino que me llevó a tus calmadas praderas y al instante cuántico, único y mágico de conocer el fondo de tu mirada.

Y recuerdo el momento sublime de sentir tu corazón latir fuerte, cuando de tus labios borboteó un embriagador y palpitante te amo, que selló eternamente con sangre, el cerrojo plata del portón de mi alma.

Como puedo conversar con mi corazón, para explicarle tu ausencia descalza, si ni yo puedo con tal huida cobarde, en un caminar sobre pies apurados de ese cuerpo mío que no volteó ni una sola vez, dejándome completamente abandonada, al destino más incierto, que ningún noble amante desea para la mujer que realmente ama.


P-Car

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