Cuando el oscuro
vence tus espesas pestañas
acaricio con manzanillas
tu espalda cansada
y como sauce caído
a la orilla de su río
me enrollo a ti
con mi frágil cuerpo agotado
claro como el
encaje de nuestra cama
cual templo de cedros
del Himalaya.
De esta blancura
nacen dos abeludes
cuya piel gastada
por la dura jornada
siempre guarda
caricias llanas para su amado.
Despertamos de sueños
compartidos
y nos amamos en
el incienso del alba
con esa viril energía
renovada
seducida por mis
ocultas pasiones
perfumadas con
kyphi
y los siete
ungüentos sagrados.
Escucho un respirar
profundo enamorado
tomando té de
cardamomo y canela
entre el relajo de
menta de nuestras mañanas
y el jardín de violetas
azules de esta casa
pero lo que más hace
suspirar a esta mujer
es el aroma a amor
que emana tu alma.
P-Car
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