Asómate a mi alma, como al nacer de
una mañana desde el rocío del alba, que esas llanuras ocres de tus territorios desolados
claman. Acércate delicado, como quien inspira un arrayán blanco a la orilla de
un estero de agua clara.
Te invito a mi alma, que desde hace un
siglo te aguarda y báñate bajo sus cascadas que vierten sueños desnudos desde altares
celestiales entre bosques de araucarias.
Observa las maternales caturras que
sus crías anidan en los huecos de los árboles, donde los copihues rojos caen
coquetos enroscando sus troncos ancestrales.
Añoro descubrir los senderos de tu
alma, hidratando en mi aventura, esos prados tuyos, malogrados por aguas no
puras provenientes de las vertientes erradas.
Como un halcón peregrino, vuela ágil
al arcoiris donde viven mis notas, que con sus zapatitos azabaches de puntas
redondeadas, danzan al compás de las canciones que proviene de la gran montaña
nevada.
Y ahora dime que siente tu alma recostada
bajo mi único sauce llorón, donde escribo mis poemas de amor, en la luna llena
que ilumina mi pluma y acurruca mi alma, que suspira por la tuya apasionada.
P-Car
En esta prosa menciono con mucho
orgullo, especies típicas chilenas, como son el arrayán blanco y el copihue
(flores), la araucaria y el sauce llorón (árboles), la caturra y el halcón
peregrino (aves). La gran montaña nevada es la Cordillera de los Andes.
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