Único lugar del
mundo
donde me
ventilan el alma
céfiros de
susurros tibios.
Remolinos
ondulados
que deshojan
arboladas azules
sobre noble
tierra mojada
alfombra de tu
morada.
Aquí estoy esta
mañana
con los años sobre
mi espalda.
Grises se
tornan los surcos de mis ojos
en lo profundo
de mi vacío
al borde de tu
lápida…
cuando un
aguacero de recuerdos
llueve violetas
de soledad
en el luto de
este lánguido tiempo
que no tiene
piedad.
Ay… mi adorado
han sido tantas
madrugadas…
¡dime dónde
estás!
que en este
mundo terrenal
no hay luz sin
tu aura
solo un
extrañarte…
¡con el alma!
la que aguarda en
tu calma dormir
perpetuados en el amor
cuando bendecidos por Dios
abracemos unidos la paz.
P-Car
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