Abraza mis brazos de sembradora
en la cosecha de las estaciones
mientras caen leves las queridas penas
del árbol de cacao con corazones
en el jardín de mis dulces amores.
Porque la lluvia bautiza al invierno
con gotas claras de agua bendita
que limpia los tejados del barrio
y afuera del bar, bajo un farol apagado
moja al gato que maúlla aquel tango.
Y vuelan los pequeños minutos
que hace muchas lunas fueron eternos
cuando fuimos príncipes y princesas
cabalgando corceles con rubíes
bajo un inventado cielo de estrellas.
Suenan las campanas en la iglesita
blanca
al sagrado mediodía de cada domingo
donde ayer velamos junto a los amigos
entre lirios amarillos con aroma a quimera
la juventud que murió en su última
guerra.
Se entibia mi lecho y reseca el miedo
escondido tras los barrotes del silencio.
Tiñe mi vida con el degradé de tu mirada
hagamos juntos un mapa sobre el mar
tomando café batido por las mañanas
que quiero envejecer tejiendo versos
junto a tu sonrisa…
y mi ovillo de sueños.
P-Car
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