Estabas cerca y te vi,
viéndome, apasionado de pasiones presas y yo, ansiosa de aquella tormenta. E inevitablemente
fuimos, grava al desierto, vendaval al ciclón, rocío al mar, luz al fuego.
Y es que nos encontramos a
nosotros mismos en el otro, hasta pensar que quizás, éramos unidad que, sin
sentido, disociada se quedó, caminando por los siglos de los desiertos.
Pero dejando atrás rupturas,
tú y yo hoy, somos greda, hito, culto… que por la piel nos cae garúa sobre seda
fértil, en el lugar tan nuestro, donde florece la intimidad y el mundo.
Sí, ahora somos dicha y
plenitud, porque nos amamos con un amor que emociona el alma, tanto tanto, que
al amanecer haciéndonos el amor, aún fundidos, juntos lloramos el milagro de
ser… uno.
P-Car
Perfecta comunión la que consigues en tus letras.
ResponderBorrarUn abrazo en la noche.
Hola Rafael, antes que nada, espero que hayas tenido una linda pascua de resurección!. Gracias amigo, es muy agradable escribir de esta comunión y sentirlo... no es comparable con nada!
ResponderBorrarBesitos amigo.
es todo un placer leerte un beso marcelo
ResponderBorrargracias Marcelo. un beso.
BorrarHola Paty: ¡¡¡ Uno.... Profundo poema me gusta mucho, es precioso...
ResponderBorrarBesos. Isidoro.
Gracias Isidoro, y a mi me gusta tu comentario, mil besos
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