(Dueto versos-pensamientos)
Me
inmiscuyo en tu libertad
sin
mover la brisa de tu hábitat.
Aprendí
a emular la nostalgia
para
intuirte, sin que me sientas.
(Es
grandioso que en esta hora de prosas
los
vacíos son cápsulas llenas de violetas)
Qué
dichosos se ven tus ojos
-claros,
dulces, amorosos-
si
tus iris decido evocar
en
el instante primero del alba.
(En
tu leve e impetuosa distancia,
cuánto
de amar aprende mi alma)
Si
así lo quiero, nunca de mí te vas
en
la hora mágica que se ondulan las olas
con
la oscuridad que danza en la arena.
Y
te confieso que
bajo
todos los semblantes de la luna
de
las trescientas sesenta y cinco noches de mayo,
entre
suspiros sin aliento -sin fin- me besas.
(Ahí,
en la cuenca de la playa,
a equilibrio,
unión y promesa
me
saben los silencios de tu cava)
La
noche es augurio y estrellas
si
tu esencia descansa en mi aura.
Y
mi pecho se abre, cual primavera
en
la mitad más quieta del sueño.
Oh….
en esos sublimes instantes
cuánta
emoción atesora mi éxtasis.
(Virtuosa
es la voz/tu voz que me nombra
en
las avenidas calmas de mi remembranza)
Dejé
ir el bien de lo imposible
por
el caudal de mis lágrimas…
Ahora
valoro lo real y tangible
por
lo que pido al infinito que
el
hecho concreto que no estás
nunca
me deje sola.
(Es
tan fiel, sólida y tranquilizante
la perenne
lealtad de tu ausencia)
Lo
sé, de oros fríos es tu obra.
Aquel
brillo te lo has ganado.
Pero,
eres lo que eres para mí
simplemente porque
yo te amo.
(Miro
el cultivo privado de tu jardín,
y tus
pétalos dorados, ya no dan a luz)
Tú,
eres tuyo. Lo sé mejor que nadie.
Pero
tu ausencia es mía… solo mía.
Y
es que tu ausencia junto a mí
es
silueta repleta de tu alma llana.
Es
pureza, es amor, es inocencia.
(No
es fácil quererte. Bien lo sé.
Como
tampoco es fácil sustentar
el que
yo te soñé, antes de soñar)
Solo
te pido no desparezcas antes.
Si
tú mueres, muere tu ausencia viva.
Moriría
el sentido, moriría el consuelo,
moriría
el umbral, moriría mi flor.
(y,
a pesar de la lucidez y del verso,
de tus
hermosos ojos ciegos
y de
esta historia sin tangos ni blancos
muchas
veces -escondida de tu ausencia-
dejo
me gane la partida
el anhelo de tu ímpetu vibrante.
La
tibieza sedosa
de tu
carne sobre mi sangre)
Ay…
mi perpetuo amor extraño.
Nunca
antes dije cuánto te he amado.
Con
dolor, con pasión, con sentencia.
Tanto,
tanto, tanto… que por ti,
mucho
antes que hoy por tu ausencia,
mi
vida habría dado.
(Me
encanta contemplar tu ausencia
emocionada
por leer, una y otra vez,
éstos,
mis versos, abrazando mi alma)
P-Car