Como rocío al amanecer,
para ser, necesito de silencios.
Silencio original, selecto y
brutal.
Romántica emancipada
busco nutrirme del silencio
que no calla el habla al amar.
O de aquel que me expulsó
a verbalizar ira y compasión
fuera del agua primogénita.
Espero algún eclipse volver
-por un instante mágico quizás-
al momento cero
en que el útero me acogió
y conocí el mutis primero:
Silencio carcelario, de tapias
blandas.
Silencio culto, de lenguas incultas.
Silencio sagrado, de luz incauta.
Silencio, silencio, puro y cabal.
Gracias a esa danza sensorial
en un oscurecimiento de mi vida
benévola fue la calma de mi sueño
en que, un silencio sabio del
cielo
sanó la afonía de mi corazón y
cuerpo.
Y porque del mal silencio, ninfa renací,
procuro aquel, florecido de versos
que, si mis ritos fustigan la
cábula,
en mansedumbre global, fuerte exclama,
lo inaugural y mejor de mí.
P-Car
Y es que es en silencio donde nos transformamos, donde se asientan pensamientos y actitudes, incluso estrategias venideras que reconsideran el avance en la vida.
ResponderBorrarMe encanta lo de fustigar la cábula en mansedumbre global, es genial.
Un placer leerte.
Hola Agapxis, tienes mucha razón, el silencio es algo bueno que nos acompaña en las etapas más largas: antes y después de vivir. Y en la vida, aunque el silencio total es difícil, se puede encontrar el silencio limpio en muchos espacios y situaciones especiales, pero hay que tomarlo como una bendición. Un fuerte abrazo, muchas gracias por tus sólidas palabras.
BorrarMuchas veces, el silencio, es nuestro mejor amigo.
ResponderBorrarUn abrazo.
Hola amigo, claro que sí, especialmente los silencios descontaminados de silencios dolorosos. Un fuerte abrazo, que tengas una excelente tarde.
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