En
mi umbría veo florecer encajes blancos, con la lenta tonada, de lluvias talentosas,
que se esmeran en crear cascadas de ilusiones.
A aquel
ser lejano, ya no lo invocan mis ojos, que tanto contemplaban su aura. Tampoco mi
piel, que siempre aguardaba el sudor de su miel.
Por
fin lo ignoran, la sagacidad de mis sueños y el despertar lento de mis deseos, tanto
tiempo dormidos, entre lías de esperanzas frígidas.
En
este presente, ningún ser o hecho, presagio o recuerdo; ni el pasado, ni el
cielo, ni el texto, saben con exactitud sideral, el precio acordado con la
realidad, por la categórica distancia y el perseverante olvido.
Nada
ni nadie más que mi alma, que con su casta incorruptible, se recoge y calla. Solo
ella, sin audiencia, siente y sentirá -intensamente- el dolor sin quejas, de ésta,
inmune y perenne, íntima ausencia.
P-Car
Y ella lo guardará "intensamente" o lo dejará volar, según convenga al alma.
ResponderBorrarUn abrazo y feliz fin de semana.
Hola amigo, eso que citas se llama voluntad, pero el alma no es voluntad ni conveniencias, el alma se llena de sentimientos que los pensamientos no dirigen ni mandan.
BorrarMil gracias por tus palabras, buen sábado y todo el fin de semana!!!