A veces
quisiera pertenecer
a esa gran parte
del mundo
que todo le
es indiferente
que nada les
afecta mucho
salvo -por
supuesto- lo suyo.
Ser vanidosa
como una revista de moda
invidente, como
la espesura de la neblina
hermética, cual
murallón de acero.
Pero no, nací
así, permeable
y la penuria
de otros me afecta.
A veces
quisiera poder ayudar
y no sé por
dónde comenzar...
Hay miles de iris
deambulando, húmedos,
personas cansadas
con sus huesos adoloridos
y sus
corazones parchados para poder seguir vivos
tantos, que
pierdo la cuenta en medio del tumulto.
Algo me lleva
a la plaza
a mirar los
niños jugando
-me agrada
verlos despreocupados-
pero entonces
al cabo de un rato, pienso...
que el futuro
algo difícil les ha de deparar
y sus rostros
de inocencia y risas
quedarán
atrás, aplastados de olvido
en
fotografías ajadas por el reloj.
A veces
quisiera ser millonaria
y donar a
raudales mi fortuna
para que ningún
inocente sufra frío
ni exista ser,
con su estómago vacío.
Pero no, solo
soy poeta, una del montón
y mi único
tesoro, mi donativo honesto
es la limpidez
de mi palabra e intención.
Ojalá eso consuele
la congoja de alguien
o al menos mitigue
el mal de un espíritu.
Ojalá mi verso
sea consuelo y luz
para quien lo
necesite, lo busque
y de veras quiera
encontrarlo.
Ojalá tú, un
atardecer cualquiera
encuentres mi
palabra sin haberlo planeado
como quien, de
pronto, se embelesa con una flor
y la guarda en
lo subliminal de su corazón:
inmortal, poderosa,
radiante, elevada.
Y ojalá que en
ese instante
el viento no
la desarme
ni la lluvia
la moje
ni dedos de
nieve y envidia
te la arrebaten.
Y entonces solo,
afligido y defraudado
sigas de
largo -quizás dónde-
sin cautivarte
con su significado
ni tampoco deshojar
mi deseo
en la
desnudez maravillosa
de un
fantástico tiempo sagrado.
Ojalá logre
saber quién y cómo eres...
y ojalá tu
mirada me parezca diferente
entre tantas
gentes símiles de pálidas.
O nos
encontremos -quién sabe-
sentados a unos
pocos centímetros
bajo el árbol
más longevo de la plaza
esperando aparezcan
los pequeños
mientras sopla
sentido la existencia
y,
sorpresivamente, aun más cerca
sintamos una renovada
vibración
-algo así
como una esperanza-
en el oxígeno
y en las venas.
.
.
.
P-Car
Paty Carvajal-Chile
N°1513 – 21.06.2023
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