El cielo está oscuramente celeste y
las praderas parecen lienzos de tierra.
Si todo parece un campo santo
a la uñada punzante del ocaso.
Las aves deambulan hambrientas
y cada cierto rato algo cantan
más no con la galantería
que antaño teñía mis venas.
La vida sigue sucediendo
como sucede hace tanto, hace siglos
todo deja de ser, todo regresa,
lo inocuo, lo bueno, lo malo
pero lo dramáticamente distinto
es que tú, más que nunca jamás
¡me faltas!
Dime en qué bisel de la nada te
acurrucas
señálame en qué alba nos podemos abrazar
musítame en cuál siesta nos vamos a
amar.
Lloro mares negros de ansiedad
por sentirte en mi cuerpo de nuevo
-dispuesto, redimido, sensorial-
amándote yo, esperándome tú.
Te busqué... te busco.
Te seguiré buscando.
Es mi gran juramento
y mi único salvavidas.
De mis efímeros sueños
de mis eternos propósitos
de mis intrínsecos versos...
amor mío, nada más regresa.
Y nunca vuelvas a irte/deprimirte
que yo, distraída o arrepentida,
he de estar por siempre contigo
así jamás me permitas la gloria
de detonar con mis manos y labios
el éxtasis que habita en tus miedos.
.
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P-Car
N°1693 – 04.07.2025
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