Te pido vuelvas a casa
cuando cartas te escribo
y aunque no las envíe
consigo un halo de paz
creyéndote así un poco mío.
Recé tanto por un milagro
pero el destino no es por encargo
y otro amor encendió tu pasión
veinte años más joven que yo.
Lo triste es comprender
que nada mas puedo hacer
solo esperar melancólica
que quede blanca la memoria
y cuando los años tallen surcos
en su fondo se sequen mis llantos
y vieja olvidar que te amo tanto
entregando a Dios este amor profundo
para llevarlo intacto a otro mundo.
P-Car
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