Con relucientes alas doradas, fugitivo llegas a mí, en seráfico descenso nocturno, para posarte
en nuestro irresistible sueño clandestino, arraigado en lo recóndito del
desenfreno, que oculto en la ilegalidad de la noche, se moja con el rocío de mi
prisionero secreto profundo, perla sigilosamente caprichosa, donde tú, mi
ángel, tú y solo tú, así no exista nada más, nadarás amplio en la pecera de mi
alma, aguardando encontrar la salida espiritual... hacia el sosiego infinito
del azul del mar.
P-Car
Paty...no tengo alas doradas, pero quisiera ocupar su lugar..ja..a..lindos versos e imagenes amiga...Daniel
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