A pasos
de entrar al páramo de tu alma, el filo de un escalofrío estremece mi cuerpo, dejándome
pasmada, como si una gran fuerza divina paralizara mi desquiciada ansia.
Y cuando el
bullicio de un zumbido se instala en mis oídos, bajan las manos albinas de la
luna a girar la rigidez de mi rostro, virando mi dilatada mirada hacia un punto
diferente, de este inmenso lugar llamado nada.
Cada vez
más lejano, el aullido de las hienas ríe en la tiniebla y dando pausados pasos que
desafían la espesa noche, avanzo sin gloria ni pena hacia la bastedad de un
destino llamado… milagro.
P-Car
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