Siluetas empavonadas
entre rocas de mármol
deambulan sin aliento
en un aula de pecados.
Del amor se divorciaron
su opción la obstinación
juzgadas por sus males
son almas sin salvación.
De azufre es la lluvia
que azota en la ventana
cual lamento infértil
en sus noches sin alba.
En lo oscuro del averno
súplicas claman perdón
pero su condena es ser
entes en incesante dolor.
Privadas de indulgencia
permanecen enterradas
sin paz ni vehemencia
en el báratro sentenciadas.
P-Car
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