Él es… mi manto de lino, donde cada mañana cincelo poemas
de piel, con el satín de mis dedos, en largas caminatas dibujando huellas de
hada… por los caminos marcados de sus trazos de malvas.
Sus labios bordan odas en la areola de mis versos,
cuando mi boca de anís cosecha buscados secretos, en la oculta bóveda de sus sentimientos,
momento que iniciamos nuestra cabalgata febril… que clama sus victorias entre
los campos de agrimonias de mi íntimo carril.
Y llega el eclipse total… donde su sol turgente cubre mi
luna de uvas, hasta emborracharse en la vendimia más púrpura de la locura…
Luego descansamos en el tapiz del amanecer, donde me
anido en las espigas doradas de su torso, y él… abraza los cálidos albores de
mi fémina mirada enamorada, mientras el alba canta serenatas en las albuferas tornasoles
de este sueño de abril.
P-Car
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