Pensando
en tu corazón vacío, pasé la noche flotando sobre el mar, donde no escuché la
música de las olas ni se reflejó el brillo de las estrellas. Al alba, pregunté
a la montaña por el hielo de tu silencio y he vuelto solo con el frío adherido
a mis huesos y el yugo de la nieve sobre mis hombros. Y entonces, en un último
intento, sin armadura y portando mi honesta bandera azul, me he parado frente a
los ejércitos de tus ojos y he vuelto sangrando la espada de tu mirada por una
vana batalla sin sentido.
Con
mis alforjas ajadas de tristezas y casi sin brío, aquí me encuentro, sanándome al
costado derecho de la luna, queriendo plantar una semilla de entendimiento en
la tierra de mi desconsuelo y atesorando una a una, en el recuerdo de mi
inmenso cariño, las interminables aventuras de niños traviesos, sin pretensión
de corona alguna.
Distanciado
de tu camino de amenazantes nubes negras, que llueven dagas con sus truenos, en
el destino suicida de tu exterminio del honor, en cada plenilunio el resto de
mi existencia, preguntaré al cielo, donde estará tu rostro de mármol con
cáscara de sol, y quizás pensaré sea sonriendo, queriendo succionar los frutos
jugosos de otro campo de limones amarillos, en las cosechas del alma de un ingenuo
nuevo amigo.
P-Car
A veces solo nos queda pensar, donde andará?...lo mejor es dejar que tome vuelo y atesorar lo bueno que ha quedado.
ResponderBorrarHermosos versos Patricia.
Te djo un beso.
Te invito a que me visites.