Fuiste la noche queriendo captar
una estrella y sin imaginarlo, te derramaste en mí, cual embalse de luz, lloviendo
ensoñaciones en mi sed.
Desde entonces te amé, en un
espacio mío… inconmensurable. Y te quise como a nadie, aunque debo decir que mucho
más… te soñé. Desde antes y mucho después del breve suspiro en que tú dijiste… amarme.
Por ello no extraño tanto
tus manos. Ni tanto tus labios. Sí tengo hoy, una dramática melancolía de aquellas
caricias y besos que tenía en mis sueños, soñándome yo, junto a tu cuerpo. Son
soñados instantes sublimes que no volverán.
Era tan simple, porque
simplemente te soñaba y al soñarte así, no llegaba a mí la palabra sufrir. Pero
sin comprensión -ni compasión- me arrancaste de raíz, lo único bello e inocente
que me quedaba de ti.
Qué pérdida tan
increíblemente efímera pero ¡qué pena más grande! Es una tristeza ¡inconmensurable!
que no se me arraiga a esta tierra de silencios: sin semillas, sin quimeras,
sin esperanzas, ni a ningún espacio sin sueños de lo que es ahora… mi vida.
Siento que ya no puedo
vivir, sin soñar a vivir contigo. Me falta el aire, me faltas, me faltas tanto,
de la única forma que yo podía… amarte.
P-Car
es todo un honor leerte. un beso marcelo
ResponderBorrarGracias Marcelo, te envío un beso.
BorrarHola Paty: Sabes que te sigo y te aprecio pero a denotas tanta tristeza...
ResponderBorrarEs tu estilo y me gusta pero a vece tan llenos de frustraciones y amores
no correspondidos, pienso que el protagonista de este poema necesita
urgentemente un nuevo amor para ver la vida como un regalo maravilloso
que Dios nos concede...
Un abrazo, Isidoro...
Le diré a algunas protagonistas de mis creacines que se vayan a otros versos, jajajaja... para que lo pasen mejor. Es poesía amigo, es poesía...............
BorrarBesitos y gracias