Me he vuelto a ceñir
a ti
forma que tienes
mi forma
aroma que hueles
mi aroma.
A ti… ¡sí!
que en milimétrica
calma
has memorizado
todos los atajos
a mi alma.
Que tiñes mi
sangre
que meces mi ombligo
que ovillas mis
cuerpos
que sublimas mi
emoción
que haces balada
mis gritos.
Dime… ¿Qué
hiciste en mi ausencia?
¿En cuál orfandad
echaste tu sombra?
Es que un sueño me
dijo conociera
una aldehuela llamada
alegría.
Pero he de
confesarte
que allí todo es
efímero
y nada…
nada tiene más vida
que un nonato suspiro.
Extrañé en
exceso
tu lealtad y tus
celos
la fría brisa de
tu aleteo
y tus brillosos
ojos negros.
¡Ya!... ¡deja de
mirarme así!
y de gemir… amada
tristeza.
Te prometo no
volver
por inciertos
senderos
sin la fehaciente
impronta
de tus hieráticas
cárcavas
peliagudas
trazas y…
fracturadas olas.
P-Car
Derechos
Reservados.
Propiedad
Intelectual.
Imagen: Erin
Graboski.
La tristeza siempre deja huellas, por desgracia.
ResponderBorrarUn abrazo.
Hola estimado amigo, gracias por regalarme tu sentir y por supuesto, tu presencia aquí. Besos.
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