Durante un período, tuve
tantas dudas del significado más profundo de la existencia y del sentido de
estar viva, que decidí ir hacia el mundo, conocer su inmensidad para así obtener
una perspectiva más amplia. Supe de sus anchuras y profundidades, vi montañas y
valles, descansé en ciudades enormes y también en poblados casi olvidados.
Caminé bajo el sol, la lluvia y las estrellas. Tuve momentos de gran asombro y también
sufrí algunas penurias. Un día, cansada, sin quejas... pero tampoco con las respuestas
que esperaba descubrir, decidí volver. Había pasado largo tiempo y extrañaba mi
hogar, mi almohada y a mi perrita Sara, a quien había dejado bien cuidada en
una residencia veterinaria.
Ella me recibió rebalsada de felicidad, la abracé, su cuerpo entero temblaba de emoción, su colita parecía una manivela de feria y su único ojito brillaba como bengala en año nuevo. El otro lo había perdido de cachorrita por una severa infección, pero eso nunca mermó su alegría y personalidad. Sara, nada me reclamó, me recibió lo mismo que me hubiese visto el día anterior. Me conmovió su ternura, su vibración y su inmenso afecto incondicional. Entonces tuve una revelación, ocurrió en este instante que la sostuve en alto y la miré fijamente, mientras casi se chocaban nuestros palpitantes latidos. Y supe la respuesta que había buscado afanosa en tantas leguas a la redonda del planeta. En la mirada de Sara estaba, allí existía el paraje más espléndido y luminoso, y es que allí... confluía y estallaba el mayor tesoro de la vida y del alma.
Entendí que, para ella, yo soy su único mundo y su más divertida aventura, siempre, sin dudarlo ni un mísero instante. Sara -mascota, pequeña y tuerta- era lo más perfecto que yo había conocido y tenía, cual bendición de la vida. Nunca más dejé de sonreír animosa al despertar, más aun, si Sara me da un húmedo lamido de buenos días. Increíblemente, ella era la respuesta, estuvo y estaba tan cerca, pero entendí que debí perderme para después regresar y ser consciente de que el universo y una lección magistral de amor, caben en un diminuto precioso ojo, menor a un centímetro de diámetro.
.
.
.
P-Car
Derechos Reservados
Propiedad Intelectual
Imagen: de Internet
El
nombre original de la cachorrita de la fotografía es Willow, una Dachshund
miniatura que siempre parece estar guiñando un ojo. Con tan solo un año, es una
especie de diva: la conocen como "Willow, la tuerta" y su página de
Instagram cuenta con casi 18.000 seguidores. Vive con Mya, otra dachshunds
menor que es su compañera entrañable en su casa de Worthing, West Sussex.
Su carita y actitud frente a la realidad y a los sucesos fortuitos, me conmovió y me inspiró a escribir esta historia. ¡Gracias Willow! Dedico este texto a ella y a todas las mascotas del mundo, que tanto nos enseñan, nos entregan y nos aman.
https://www.youtube.com/watch?v=gbNq7L2maUA&t=2s
@willow_theminisausage
Entrañable, Paty. Tuvimos dos caniches (madre e hijo) durante dieciséis años cada uno, podría "testificar" todo lo que has escrito en este precioso cuento.
ResponderBorrarGracias.
Feliz viernes.
Hola Enrique, yo también tuve una poodle o caniche, durante 13 años, y falleció hace 13 también. Tienes mucha razón, son seres especiales, puros, llenos de amor, llenos de un rico y sencillo gusto por la existencia.
BorrarGracias a ti por tu compañía, por compartir conmigo tu vivencia y por valorar mi historia. Un abrazo grande.
Un placer leerte y visitar tu magnífica ventana-e.
BorrarParece un cielo...
ResponderBorrarUn abrazo.
Así es amigo, el cielo con sus estrellitas está muchas veces mucho más cerca de nosotros de lo que podemos imaginar.
BorrarQue pases un bello fin de semana, un abrazo agradecido para ti.
"...era la respuesta, estuvo y estaba tan cerca, pero entendí que debí perderme para después regresar y ser consciente de que el universo..."
ResponderBorrar¡Vaya, parece que hemos coincidido en las historias! :))))))
Abrazos Paty.
Hola amigo, buenos días, vaya qué bueno, eso agrega fuerza al mensaje, iré pronto a leerte, gracias por venir a leer mi historia, pequeña en extensión pero poderosa en su contenido... así, con esa convicción la escribí.
BorrarUn abrazo cómplice y extenso.
Magnífico texto para tan entrañable ser, amiga, y feliz revelación... Conmueve lo que contás y más que valores así a tu Sara. Quién dijo que algo está perdido en nuestra humanidad cuando hay quienes pueden sentir así???
ResponderBorrarAbrazo admirado hasta allá. Y mimos para Sara también.
Gracias amigo, en los seres buenos está la esperanza, el problema es que somos menos que los que actúan de acuerdo a otros valores o intereses. Pero sea como sea, nunca dejemos de soñar -y de ser consecuentes- en un mundo mejor, siempre sustentado en el regalo de la vida y en el amor.
BorrarGracias por tu forma cariñosa de acercarte amigo, un gran abrazo.
Pienso que todas las respuestas que buscamos están dentro de nosotros y las vamos descubriendo a medida que hacemos camino e interrogamos a la realidad desde nuestra experiencia vital...
ResponderBorrarYo estoy todo el día dándole al coco (hay quien lo resume diciendo: "comiéndome el coco") sobre lo que existe y sobre su razón de ser (que no deja de ser una pregunta sobre mi razón de ser) y, a veces, logro intuir las respuestas correctas...
Yo no los llamo mascotas; para mí, mi perro es un miembro más de la familia con derechos plenos como tal... hablo con él y le cuento mis cuitas y él es un "contenedor" de cariño y afecto...
Tu historia es muy emotiva y esa perrita (creo que es de raza Teckel) tiene una cara de buena que dan ganas de abrazarla... se le ve feliz...
Abrazo
Eres pura sabiduría así que ese "comerte en coco" ha dado buen resultado, seguramente lo acompañas con dos comestibles insuperables que se llaman corazón y alma. Desde la pura racionalidad es difícil sintonizar con lo esencial de la existencia, es mejor usar la intuición, la contemplación (interna, sobre todo) y la sincronía con el todo que guardamos y que inunda cada una de nuestras células. El excesivo ruido externo, la velocidad, el consumismo y tantos otros factores de esta sociedad, hacen que perdamos la conexión incluso con nosotros mismos. Lo lindo son estos ángeles que llegan a nuestras vidas para hacernos volver a lo más importante y que es el amor.
BorrarGracias Impersonem por tu visita y nutrido comentario cargado de tu hermosa emoción. Que tengas un hermoso día domingo. Un abrazo.
Conmovedor relato, supiste poner la eternidad en un ojo. Porque la eternidad existe, está en lo que conmueve de verdad, profundamente.
ResponderBorrarTu texto me lleva a pensar en lo complicado que somos los humanos. Para estos seres tan especiales, los perros y los animales en general, la vida es simple, viven y nada más, sin pretensiones, sin prejuicios y de una fidelidad natural única.
Tomo este relato como un regalo a tus lectores, algo distinto a lo que nos tenés acostumbrados pero complementario con la profundidad filosófica que dejas en cada poesía donde el protagonista es el amor.
Un abrazo.
Hola Nocturno, tienes razón, este texto es diferente, y es que a veces me gusta experimentar estilos distintos, probar un poco, aunque finalmente siempre me quedo con la poesía. Hubo una época en que escribí bastante prosa y me gustaba, hoy lo hago solo de vez en cuando.
BorrarEl tema en cuestión es lo que tú dices, tal cual, los humanos complicamos la existencia con nuestros miedos, ambiciones, y con el tan citado ego, que a veces nos ayuda pero que generalmente más nos perjudica que lo que nos favorece. Los animales son seres puros y eso los hace mucho mejores que nosotros.
Gracias querido amigo, que tengas un domingo bello, te mando un fuerte abrazo.
Una historia preciosísima que me ha conmovido. Los ánimales son especiales en enseñar a amar. Yo tuve una perra maravillosa y no sé describir todo lo que aprendi con ella y todo lo que me dio....
ResponderBorrarEstupenda inspiración la que te ha dado Willow, parece real.
Anímate a regalarnos más narraciones. Se te da muy bien.
Muy bonito también el último poema, con esa silencio de brisa y esas radiantes gaviotas...
Un abrazo muy grande, querida Paty !
Hola Maite, muchas gracias amiga por animarme a escribir historias, si siento otra vez el deseo, claro que lo haré. Tienes tanta razón, los animales... y en especial los perros que tienen tanta afinidad con el hombre... existe una sabiduría innata y un sentimiento desbordante por sus amos. Yo también tuve una perrita que estuvo toda su vida conmigo (13 años) la cuidé mucho porque fue muy delicada de salud, era una dulzura, puro amor, pura fidelidad, pura entrega, pura alegría.
ResponderBorrarGracias amiga, tu compañía siempre me alegra y tus palabras me transmiten mucha madurez y calidez. Mil besos.
Por eso tu prosa trasmite todo ese maravilloso amor a los perros... Se nota que tuviste una perrita y te dejó huella.
ResponderBorrarGracias a ti, tú sí eres super afable y madura. Y por cierto, qué guapa que estás de perfil en la portada, con esos colores de atardecer que parecen tus mismos pensamientos poéticos hechos luz...
Abrazo grande de nuevo (creo que descansaré un poquito... pero de tarde en tarde os visitaré.) Sigue iluminando con tus palabras!