Me acostumbré
a esta fracasada forma de olvidarte,
a ya no
tenerte adherido, a que siempre me faltes;
a rendirme de
que tu corazón, por mí, ya no late.
 
Me acostumbré
a tranquilizar mi vientre
cuando mis
caderas claman tu génesis. 
Me domé a la
franqueza de tu silencio
y a tu
magnífica elegante ausencia 
que todo lo somete
y todo... ¡lo llena!
 
Inclusive...
con gran maestría y donaire
me habitué a
fingir que ya no me importas.
 
A la vez, angustiosamente
me acostumbré 
a las
jornadas sombrías impregnadas de tedio
a la soledad
cual boca de lobo aullando su ópera  
a los ocasos
turbios, lluviosos de lágrimas -ciegos-
y a las
noches largas, de aristas y nieblas miedosas.
 
Me acostumbré
tanto, tanto, tanto 
a pensarte y olvidarte
cada hora
que terminé
por corromper 
la lucidez de
mi memoria.
 
Me rebelo tan
obsesiva y excesivamente 
que he
llegado a titubear si esto es amar
o solo, la inmutable
costumbre de amarte;
a veces me
reto a no permitir existir -y morir- 
sin este
extraño vínculo (pero vínculo al fin)
sin sentir, sin
eximir, sin adorarte... ¡sin ti!
 
Sea como sea,
es una querencia tan enraizada, 
recordarte, imaginar,
alucinar, llamarte... 
-sentir que mi
alma de amor se complace-  
que ya no
concibo la vida que me resta 
sin ésta, incurable
y pegajosa...
¡excelsa derrota!
.
.
.
P-Car
 
 Paty Carvajal-Chile
N°1473 -
29.01.2023
Derechos
Reservados
Propiedad Intelectual
Protección: Safe
Creative
📷 de Internet
(ante cualquier advertencia
será retirada de inmediato)