En esta existencia a
ratos extraña
-imprecisa,
trémula, volátil-
todo sucumbe y casi
todo vuelve.
Estos macizos son
los mismos
pero sus hojas calizas
caen
y dóciles, desaparecen.
La luna de esta breve
anchurosa velada
no tiene el mismo semblante
que ayer
sin embargo, ella es
la luna
y la luna es una...
¡y es única!
Tus ojos son tus brillantes
ojos
-mi ensueño, mi nido,
mi cosmos-
sin embargo, hoy mutaron
a tristes
con esa conocida tristeza
celeste
que callada, aun sobrevive
en el gozo naciente.
Los segundos suceden
muriendo
-llegan, mutan, explotan,
huyen-
pero bajo cielos
brumosos o transparentes
nuestras almas, con
su rutilante índole
-antiguo a la vez
de convertido-
estando así de
unidas...
se saben
indelebles.
Entre hilos del
ayer y del siempre...
en esta pompa atemporal
del amor
cada vez que nos
respiramos
tú me elijes y yo
te elijo...
estemos donde
estemos
y pase lo que pase...
...porque en todos
los vértigos
de cualquier abismo
imprevisto
si tú me sujetas,
yo te sujeto
y si tú no te vas, amor...
contigo me quedo.
Bizarros a la vez
de sensitivos
entre exhalaciones,
besos y versos
a la vida -con sus rotativas
muertes-
inmediatos y amándonos...
¡le continuamos
ganando!
¡la seguiremos venciendo!
.
.
.
P-Car
N°1692 – 01.07.2025
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Reservados
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